Oviedo, Eloy MÉNDEZ

Los responsables de las administraciones encargados de captar ayudas de la Unión Europea tendrán que estrujarse los sesos a partir de ahora. Las subvenciones comunitarias para el período 2014-2020 ya no se concederán de manera más o menos discrecional, en función de criterios políticos, económicos, demográficos u orográficos. Se dedicarán sólo a ideas innovadoras, que tendrán que competir con otras similares, procedentes de los diferentes estados miembros. Es el modelo que sigue desde hace dos décadas el «plan Life+», que este año financiará parte de tres proyectos medioambientales asturianos, encabezados por la Universidad de Oviedo y las empresas TSK y BFC, que han sido capaces de seducir a las cada vez más exigentes autoridades de Bruselas.

«Las peticiones de fondos europeos para proyectos de innovación son cada vez más numerosas», explica Enrique Jáimez, gerente del cluster de Energía, Medio Ambiente y Cambio Climático del Campus de Excelencia de la Universidad de Oviedo, consciente de que los insistentes recortes aprobados a nivel regional y nacional dejan pocas opciones de financiación a las empresas y organismos dedicados a la investigación y el desarrollo. Por eso, las solicitudes para beneficiarse del programa «Life+» en 2012 se han incrementado en un 54 por ciento con respecto al año pasado, cuando se presentaron 1.078 iniciativas (sólo 202 consiguieron dinero).

Este plan de la Unión Europea se creó en 1992 para sufragar el 50 por ciento de proyectos de innovación destinados a la conservación de la naturaleza mediante la aplicación de técnicas que combatan o eviten los agentes contaminantes. Los candidatos pasan un duro proceso de selección en el que se valora la originalidad de su propuesta, los beneficios que puede reportar a la sociedad y sus posibilidades de desarrollo a gran escala. Además, están obligados a cumplir escrupulosamente los plazos comprometidos, que suelen tener un tope máximo de tres años.

El proyecto liderado por la Universidad de Oviedo está coparticipado por la Consejería de Fomento, Ordenación del Territorio y Medio Ambiente y por la empresa Sogener y recibirá ayudas para sufragar la mitad de los 878.639 euros que costará en total. El objetivo del grupo de investigación, formado por 13 docentes de la institución académica pertenecientes a diferentes áreas de conocimiento, es descontaminar tres terrenos en los concejos de Mieres, Langreo y Cangas de Onís, afectados por arsénico y restos de metales pesados debido a la actividad industrial desarrollada en estas zonas hace años. Para ello, desarrollarán cuatro técnicas diferentes y compararán su eficacia.

«Acceder a ayudas europeas para la innovación requiere de una preparación exhaustiva para llegar a la convocatoria con las ideas claras», explica José Luis Rodríguez Gallego, uno de los coordinadores de la iniciativa, que echó a andar el pasado mes de septiembre con las primeras catas en los terrenos afectados. El propósito último de los ejecutores del plan no es sólo descontaminar unas cuantas hectáreas repartidas por la geografía regional, sino desarrollar un protocolo de actuación que sirva para cualquier caso similar en la Unión Europea. Una de las claves que facilitó su acceso a las ayudas del «Life+».

El grupo TSK, con sede en el Parque Científico y Tecnológico de Gijón, también logró fondos para uno de sus proyectos más ambiciosos gracias a la habilidad de sus dirigentes para vender una idea fácilmente exportable a cualquier territorio. «The Autonomous Office» pretende la construcción de un edificio de oficinas que sea capaz de funcionar al margen de la red eléctrica, gracias a un diseño bioclimático y tecnologías de energía renovable para reducir el impacto ambiental, sin emisiones de CO2. El inmueble aprovechará la luz natural para generar energía y contará con equipos de alta eficiencia y para cubrir las necesidades de agua caliente, calefacción, refrigeración, ventilación e iluminación. La Comisión Europea aportará el 50 por ciento del 1.173.640 euros que costará.

«El control por parte de la Comisión Europea es muy grande y, por eso, tienes que cumplir a rajatabla todos los plazos comprometidos para recibir las ayudas según lo pactado», explica Ricardo González, uno de los coordinadores.

El tercer beneficiario asturiano para poner en marcha un proyecto medioambiental es Biogas Fuel Cell (BFC), que tiene pensado desarrollar un sistema de gestión de residuos procedentes de la comida, tanto envasados como sin envasar, para reducir las emisiones contaminantes y su reconversión para otro tipo de usos. El «plan Life+» aportará 720.247 euros del 1.465.756 que la empresa gijonesa prevé invertir antes de agosto de 2015, cuando tendrá que presentar los resultados.

Estas tres propuestas de procedencia asturiana marcan el camino a seguir por las autoridades de la región para conseguir fondos comunitarios a partir de 2014, cuando las regiones y los estados compitan para hacerse con una porción del pastel europeo. Es decir, cuando estén obligados a sustituir su actual concepción subsidiaria por una mentalidad más próxima al funcionamiento empresarial.