Contexto: 1993, crisis económica, acusaciones de corrupción al PSOE, distanciamiento entre Felipe González Márquez, presidente del Gobierno, y Alfonso Guerra González, que ya no es vicepresidente del Gobierno pero sigue siendo vicesecretario general del PSOE y tiene entre sus fieles a José Ángel Fernández Villa, secretario general del SOMA-UGT (entonces y ahora y siempre) y miembro de la comisión ejecutiva federal del PSOE (ya llovió).

Miércoles 13 de enero, reunión de la ejecutiva «federal, Felipe González dice que ese año hay que ganar las elecciones generales (serán el 6 de junio) y que no pueden responder a la corrupción con un «tú más». José Bono Martínez, que cuenta esto en «Les voy a contar». (Diarios 1), propone reconocer errores y publicar lista de bienes, rentas y patrimonios. Matilde Fernández Sanz, a la sazón ministra de Asuntos Sociales, astur-madrileña que veranea en Pechón (Cantabria) y siega la pación en Parana (Pajares) dice que eso es «pura cultura cristiana» (la de reconocer los errores).

Texto: «Llega a la ejecutiva la noticia de que las tropas aliadas han bombardeado Irak. Felipe dice: "Irak está fuera de la legalidad internacional. España no ha participado en la toma de decisiones, pero si los aliados piden apoyo logístico, tendremos que pensar en salvar los intereses de España, de los españoles"».

El «nuestru»: Y aquí entra Villa en el relato bonista que «interviene muy duramente contra lo dicho por Felipe y hace un discurso lleno de alusiones personales contra mí, sin mencionar mi nombre. Dice literalmente: "No consentiré que el partido sea sustituido por nadie ni que se entregue la cabeza del Bautista. No estoy dispuesto a ganar las elecciones a cualquier precio". Se palpa la tensión en la sala. Luego, en los aseos, Villa me pide disculpas: "Es mi modo de hablar, pero te tengo en gran estima. Lo malo de Villa no es su modo de hablar sino de pensar, pero acepto educadamente las disculpas. Quizás es sincero».

En la reunión, José María Maravall Herrero, sociólogo, que había sido ministro de Educación en el primer Gobierno, echó un capote a Bono por lo que cuenta al día siguiente. «Maravall llama por teléfono, entrada la noche. Le agradezco su intervención en mi favor durante la pasada ejecutiva: "Lo hice para quitarte al minero de la yugular"».