«Noté un fogonazo, sonó un estruendo y el tren se paró». Así relata un viajero el inicio de la odisea con la que se cerró la Navidad para los cerca de 600 asturianos que se desplazaron a Madrid en el último Alvia del pasado lunes, fletado con el triple de capacidad que un servicio normal por el final de las fiestas.

En plena noche, los pasajeros permanecieron atrapados en el tren durante casi cuatro horas -sin luz ni calefacción- dentro de un túnel cercano a la estación de Valladolid, a causa de una avería en la catenaria del tendido ferroviario. Tras realizar un transbordo a un convoy de rescate en pleno túnel y con la única iluminación de unas linternas, los viajeros llegaron a Madrid a las tres menos cinco de la madrugada, con cuatro horas y veinte minutos de retraso sobre la hora prevista. Por si fuera poco, decenas de ellos hicieron esta segunda fase del accidentado viaje de pie o sentados en el suelo de los vagones, ya que la capacidad del tren -un modelo híbrido de tracción eléctrica y diésel- era mucho menor que la del que había salido de Gijón a las cinco y veinte de la tarde.

La odisea ferroviaria se cerró sin daños personales ni incidentes dignos de mención, más allá de la tremenda indignación del pasaje con Renfe. La operadora apenas informó de lo que estaba pasando y no ofreció asistencia a los pasajeros una vez que llegaron a Chamartín de madrugada. Lo ocurrido fue «una vergüenza», subraya el ex diputado asturiano Hugo Morán, miembro de la ejecutiva del PSOE, que regresaba en el tren a Madrid tras pasar en la región las fiestas.

El viaje se había desarrollado con normalidad hasta que el tren quedó detenido dentro de un túnel en Arcas Reales, entre la ciudad de Valladolid y Viana de Cega. En torno a las diez y veinte, el personal de a bordo informó por la megafonía de que la incidencia obedecía a una caída de tensión en la catenaria y que se estaba estudiando la posibilidad de enviar otro tren para hacer transbordo.

La tensión entre el pasaje, en el que había numerosos niños de corta edad y ancianos, se elevó cuando pasadas las diez y media comenzó a fallar la luz en el tren, al agotarse las baterías. También se apagó la calefacción y dejaron de funcionar las cisternas de los váteres. «El frío era terrible», asegura el ex concejal de Oviedo José Suárez Arias-Cachero, que iba en el tren.

Los equipos de emergencia del 112 en Castilla y León llegaron al tren cuando faltaban diez minutos para la medianoche. Para entonces, el Alvia ya llevaba más de dos horas detenido en el interior del túnel y habría debido llegar el convoy de rescate, anunciado para las once y media de una noche en la que se rozaron los cero grados centígrados en Valladolid. Este tren llegó finalmente a Arcas Reales a las doce y cuarto, a la vez que una dotación de bomberos. El transbordo comenzó por los niños y sus madres. Después, cambió de tren el resto de pasajeros. «Fuimos caminando por un túnel a oscuras, con linternas, de uno en uno, cargando con las maletas y por unas rampas colocadas entre ambos trenes», apunta un viajero.

Según la versión oficial de Renfe, la operación dio comienzo a las 00.23 horas y concluyó a las 01.20 horas. Poco después, partía rumbo a Madrid el tren de rescate, pero con decenas de pasajeros de pie o en el suelo. Agotados e indignados, casi a partes iguales, los pasajeros asturianos llegaron a Chamartín a las tres menos cinco de la madrugada, encontrándose con que el metro estaba cerrado y que los taxis disponibles no eran suficientes, ni de lejos, para hacer frente a la demanda, formándose largas colas. El final de las vacaciones se había convertido en pesadilla.

Gaspar Llamazares, diputado de IU, presentó ayer varias preguntas sobre este incidente que, según denunció, se une a otro retraso de tres horas en el Alvia de Gijón a Alicante que no fue reconocido anoche por Renfe.