Oviedo, Pablo GALLEGO

Son jóvenes, con estudios superiores, experiencia y temperamento, hablan sin pelos en la lengua, rechazan moverse en el territorio de lo políticamente correcto y han logrado un impacto mediático inusitado al encarnar la rabia que por la crisis y la corrupción invade a buena parte de los ciudadanos.

Aquí terminan las similitudes entre Ada Colau (Barcelona, 1974) y Beatriz Talegón (Madrid, 1983), dos mujeres que en la última semana han copado la actualidad política nacional. La primera, portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, por su dura intervención -exabruptos incluidos- en el Congreso en contra de las entidades bancarias y en defensa de una ley que permita la dación en pago para saldar hipotecas y evitar desahucios. Tiene sus días de fama nacional por haber llamado «criminal» al representante de la Asociación Española de Banca. La segunda, secretaria general de la Unión Internacional de Juventudes Socialistas, por criticar que los miembros de su partido hablen de renovación en «hoteles de cinco estrellas» a los que llegan «en coches de lujo». «Estamos pagando las consecuencias de vuestra falta de acción o de vuestra acción», espetó a sus compañeros reunidos en un hotel de la mencionada categoría.

El vídeo con el discurso íntegro de Talegón en Cascais (Portugal) contabilizaba ayer más de 280.000 visitas en Youtube. Se ha convertido en toda una estrella en la red. En Twitter cuenta ya con más de 26.500 seguidores y ayer por la tarde pedía a todos sus «followers» que trabajasen para velar por la democracia; pero ¿tiene su discurso la entidad suficiente, el contenido necesario, para liderar un pensamiento juvenil renovador, con proyección? Los expertos consultados por este periódico opinan que no. Es más, consideran que sus palabras pueden esconder un intento por salir con ventaja con vistas a una futura «sucesión» en su partido.

«En el discurso de Talegón no he visto reflexión, ni consistencia en las ideas, sino una desordenada mezcla de argumentos aderezada con un cierto populismo», opina Óscar Buznego, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Oviedo. Sus palabras, afirma, «dejan un regusto amargo, porque plantea el problema como si fuera cuestión de voluntad de los políticos tomar una decisión y resolverlo, cuando ella misma sabe que no es así». En definitiva, dice lo que buena parte de la sociedad española quiere oír. «Es una intervención que tiene todas las ambigüedades del lenguaje político actual, y quien la pronuncia es consciente de que esas palabras serán bien recibidas, porque hay en ellas algo que mucha gente piensa: que los políticos deben ser más austeros y predicar con el ejemplo», sentencia.

En el caso de Colau, Buznego es mucho más comprensivo. «¿Qué otra cosa se puede esperar de la portavoz de un grupo de personas que tiene un problema que puede cambiar tanto sus vidas?», opina. «Otra cosa», matiza, «son las palabras que utilizó en un momento en que debió mantener la prudencia y la responsabilidad». «Es posible que ahí se le fuera un poco la lengua», reconoce el politólogo, «pero es la actitud típica de una persona joven que no tiene la actitud deferente hacia las autoridades que suelen mostrar personas de edad más avanzada». El Congreso dio a la portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca el altavoz que tanto tiempo llevaban esperando y Colau no dudó en aprovecharlo de una manera bien sonora. Tomó la palabra después del representante de la Asociación Española de Banca (AEB), Javier Rodríguez Pellitero. Y le espetó: «Decir que la legislación española es estupenda cuando hay personas que se están quitando la vida por una ley injusta es absolutamente criminal. Les aseguro que no le he tirado un zapato porque quería explicar mi punto de vista. Es un criminal y deberían tratarle así, no es un experto». Por si no hubiera quedado suficientemente claro, indicó a los diputados que «las entidades financieras son las que han causado el problema y han arruinado la economía de este país». Tanto Buznego como Miguel Presno, profesor titular de Derecho Constitucional acreditado como catedrático, señalan el particular momento económico y político que vive el país como responsable de agrandar el impacto de las palabras de estas dos mujeres. Sobre todo, por el «clima social de malestar y rechazo a la política», que hace que quienes se atreven a criticar el sistema establecido gocen, de forma casi automática, de una gran popularidad. Máxime cuando quien lo hace, como Talegón, que incluso ocupó cargos públicos, forma parte del sistema mismo.

Con su discurso extendiéndose por las redes sociales de forma casi viral, «los diez minutos de gloria de Talegón se han convertido en varias horas», apunta Presno, aunque no siempre con resultados positivos. A juicio del constitucionalista, la sobreexposición a la que, de forma voluntaria, se ha sometido la dirigente socialista -ha acudido a todos los medios de comunicación que han requerido su presencia, hasta lograr poco menos que la ubicuidad- ha acabado derivando en la opinión de que, más allá del contenido de su discurso en Cascais, el objetivo era «lograr notoriedad».

En el PSOE «hay personas tratando de postularse para el futuro político, pero lo que realmente necesita el partido no son candidatos, sino un armazón de propuestas», advierte Presno. «Hacer lo otro», añade, «buscar un liderazgo sin ideas que atraigan a la gente, es empezar al revés». Éste, reconoce, podría ser el caso de la joven Talegón, «que evidencia la actual situación de los partidos, con jóvenes deseosos de hacer carrera política más por acceder al poder que por la posibilidad de cambiar las cosas». Con Ada Colau, Presno es también menos crítico. «Ella aprovechó su momento en favor de la plataforma a la que representa, no para destacar ella misma».

En un último punto de conexión, fue precisamente de una manifestación contra los desahucios que recorrió el centro de Madrid de donde Talegón tuvo que salir escoltada por la Policía. Pese a la fama que ha alcanzado esta dirigente socialista que en unas declaraciones ha llegado a asegurar que su intervención en Cascais ensombreció la noticia de la renuncia del Papa, los participantes en la manifestación la abuchearon a ella y también al ex ministro socialista López Aguilar, que también participaba en la protesta. Talegón abandonó la concentración entre lágrimas. «Esto refleja el descrédito hacia la política», opina Presno, «la sensación de que, al acudir a actos de este tipo, los políticos buscan sólo la notoriedad». Es decir, salir en la foto, para que la rueda siga girando.