La manifestación de las «mareas» contra los recortes y la corrupción voceó ayer por las calles de Oviedo sus consignas contra el «golpe de Estado financiero» y «unos impresentables que están echando a pique el país», en palabras de uno de los portavoces del movimiento, Kike López, de la Asamblea de Trabajadores Públicos. La idea-fuerza de la manifestación no era otra que reaccionar contra «los corruptos, pero también contra los corruptores, contra los que meten el dinero en los sobres», por lo que a mitad de la protesta se quemó «in effigie» a Juan Rosell, presidente de la CEOE.

En la marcha se mezclaron las «mareas» que vienen manifestándose en los últimos meses (la negra de los trabajadores públicos, la verde de la enseñanza, la blanca de la sanidad, la amarilla de los funcionarios de Justicia y la marea roja de los parados) con otras organizaciones, como «Stop Desahucios», la Plataforma Afectados por la Hipoteca y los partidarios del voto en blanco, que reunieron en la capital a 1.500 personas, según la Policía; entre 10.000 y 20.000, según los organizadores. El tono de la protesta, a pesar de la gravedad de algunas consignas, fue bastante festivo y no se registraron incidentes. No obstante, un hora después de la manifestación fue incendiado un cajero de Cajastur en la calle Uría.

El lema de la protesta quería hacer un juego de palabras e ideas con la fecha, 23 de febrero, trigésimo segundo aniversario de la intentona golpista del teniente coronel Tejero. «Devolvemos el golpe: ni robamos, ni debemos, ni pagamos», rezaba la convocatoria, a la que se sumaron decenas de colectivos. «Es dar otro grito más contra la situación. Esta protesta quizá no lleve a ningún lado, pero, si persistimos, puede tener un resultado», decía José Luis Peira, empleado público.

María del Mar Álvarez, funcionaria de Justicia, dijo por su parte que le gustaría que la protesta «hiciese recapacitar a los políticos y se diesen cuenta de que la gente está muy cabreada». «Que se recorten los políticos y dejen de fastidiar a la gente», pidió. Y reclamó que se den «medios a la Justicia en vez de que la gente tenga que pagar para reclamar sus derechos». En la protesta había también muchos estudiantes, preocupados por la que está cayendo. Javier Zarza, estudiante de Ingeniería Mecánica, aseguró que «no hay para luz, no hay para calefacción, el gasto para profesores se reduce y tienen que despedir a los interinos».

Uno de los momentos álgidos de la marcha fue la quema de un monigote que quería personificar al presidente de la CEOE, Juan Rosell, en plena avenida de Galicia. Con ello querían hacer entender que no sólo los corruptos tienen culpa, sino los corruptores. Más tarde, Kike López, en la alocución final a los manifestantes en el paseo de los Álamos, fue más allá y explicó el sentido de la expresión «golpe de Estado financiero». «Van a saco a por nosotros y están aplicando recortes de derechos que costó mucho esfuerzo conseguir. Están aplicando los nuevos mandamientos: la prima de riesgo, la deuda y los recortes. Estamos en manos de especuladores, usureros y prestamistas que sin haber sido elegidos en las urnas son los que mueven los hilos de los políticos, que son unos meros títeres interesados y beneficiados», aseguró López.

Para este empleado público, «los políticos están haciendo sufrir a la gente trabajadora y decente, que es lo que no son ellos». Para López, España sufre «un golpe de Estado como el del 23-F, pero esta vez financiero. Las reglas de juego están rotas, y eso hace que la gente se mate, porque le echan del trabajo y después de su casa». «Ésta es una democracia para ricos, un sistema amañado, una farsa, un atraco», resumió. E hizo un llamamiento a sacar a los parados a la calle.

Miles de ciudadanos confluyeron en la plaza de Neptuno de Madrid en un ambiente festivo y reivindicativo desde cuatro puntos de la capital. Durante la marcha, a la que se sumaron más de 300 colectivos, se mostraron pancartas contra los recortes y los casos de corrupción. Al final, hubo varias cargas policiales. En la foto, agentes de la Policía, durante los disturbios.