Gerardo Herrero Montes, fiscal superior de Justicia de Asturias, falleció a las cuatro de la tarde de ayer con 62 años cuando era trasladado al Hospital Central de Asturias tras sufrir un infarto masivo mientras paseaba junto a su mujer en Soto de Llanera. La muerte inesperada del principal responsable de la fiscalía en Asturias en los últimos diez años, primero como fiscal jefe y a partir de 2008 como fiscal superior, ha sumido en el dolor a la sociedad asturiana, especialmente al mundo judicial, donde Herrero estaba reputado como un modernizador de la administración de justicia.

La muerte de Herrero llegó por sorpresa a primera hora de la tarde de ayer, en Soto de Llanera, donde tenía una casa. El fiscal superior había salido por la mañana con su mujer, Esperanza Pereda, para una de las caminatas que realizaba diariamente. Herrero tenía fama de cuidarse al máximo. Sin embargo, durante el paseo comenzó a sentirse mal. En casa de un vecino le dieron los primeros masajes cardiacos, mientras llegaba una uvi móvil, a las tres de la tarde. El personal sanitario trató de estabilizarlo y lo trasladó al hospital. Sin embargo, falleció cuando el vehículo estaba entrando en Oviedo.

De esta forma finalizaba la vida de un hombre respetado como profesional, pero sobre todo como persona. Los familiares no podían creer la noticia, como su hermano Armando. «Es una muerte inexplicable, estamos destrozados», aseguró ayer, en el área de mortuorios del Hospital Central. Hasta allí se desplazaron amigos personales, como el presidente de Dupont Ibérica, Enrique Macián, quien recordó una de sus últimas conversaciones, en la que Herrero se dolía de no tener a sus hijos en Oviedo, Gerardo, el cineasta, y Luis, el músico, a quienes se avisó para que regresasen de inmediato desde Madrid y Londres. También al área de mortuorios acudió Ignacio Vidau, presidente del Tribunal Superior de Justicia de Asturias, amigo de Herrero desde la niñez en el colegio de los Maristas de Oviedo. «Estoy superado, impactado por esta muerte tan repentina, tan dura. Teníamos una entrañable amistad de 50 años. Lo vi por última vez el jueves, a la una de la tarde, en la misa por la madre del juez Azparren», acertó a decir.

El cadáver de Herrero fue trasladado a las seis y media de la tarde al tanatorio de Los Arenales, donde quedó instalada la capilla ardiente en la sala número 11. Mañana, martes, por la mañana se trasladará al Tribunal Superior de Justicia de Asturias, en la plaza de Porlier, y a las cuatro de la tarde tendrá lugar el funeral de cuerpo presente en la catedral de Oviedo, oficiado por el arzobispo Miguel Sanz Montes, quien ayer fue una de las personas en acercarse al tanatorio a expresar sus condolencias. «Además de excelente fiscal, padre y marido, era también un excelente cristiano», indicó. «Esta muerte no tocaba», añadió.

Fueron decenas las personas que se acercaron ayer al tanatorio, desde el delegado del Gobierno, Gabino de Lorenzo, al consejero de Presidencia, Guillermo Martínez, quien trasladó a la familia del presidente regional, Javier Fernández, de gira americana, y del Gobierno. «Fue un profesional discreto y sencillo que tuvo un importante papel en la modernización de la Justicia asturiana, al hacerla más próxima al ciudadano», indicó Martínez.

Los fiscales que estuvieron a las órdenes de Herrero estaban muy afectados, comenzando por el nuevo teniente fiscal, Joaquín de la Riva. «Era el mejor jefe que podíamos pedir. Era mi jefe, pero también mi amigo», aseguró. Gabriel Bernal del Castillo, fiscal de Violencia Doméstica, calificó el fallecimiento de «tremenda pérdida en lo personal y profesional». «Nos ha dejado deshechos. Gerardo era una persona que se hacía querer», reconoció Bernal, hijo de Jesús Bernal, fiscal jubilado del Supremo, que ayudó a Herrero a preparar las oposiciones.

El magistrado Jesús María Chamorro, presidente de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del TSJA, también se mostraba desolado. «El miércoles estuvo en mi investidura como miembro de la Academia de Jurisprudencia y estuvo muy cariñoso. Hacía amigos por donde pasaba, siempre con una sonrisa y una buena palabra en los labios», aseguró. Representantes del mundo de la política, como Isidro Fernández Rozada o José Ramón García Cañal, magistrados del TSJA como José Ignacio Pérez-Villamil y empresarios como José Cosmén Adelaida y su hijo Jacobo también acudieron a expresar su dolor.

Un apasionado del cine que dejaba de dormir por ver viejas películas

Entre los presentes también estaba el ex presidente de la Audiencia José Ignacio Álvarez (el actual, José Antonio Soto-Jove, está hospitalizado con neumonía), que conocía a Herrero «desde que tenía pantalón corto», cuando vivían portal con portal en la calle de la Lila, y resaltó su faceta de cinéfilo, en la que le secundaban su mujer, Esperanza, y su hijo Gerardo. «Perdía de dormir por ver viejas películas», aseguró Álvarez.