El socialismo asturiano de las últimas décadas no se puede entender sin Luis Martínez Noval. Probablemente ningún otro socialista de la región tuvo tanto protagonismo como él aquí y en Madrid durante los años del felipismo. Aunque hubo otros ministros socialistas nacidos en el Principado (Fernando Morán, Matilde Fernández y Gustavo Suárez Pertierra), el único que desarrolló su carrera política en la región fue Martínez Noval; una carrera larga, no flor de un día. Aquí la comenzó y aquí la finalizó. Luis Martínez Noval fue uno de los tres secretarios generales (sólo tres) que tuvo la Federación Socialista Asturiana desde la transición hasta ahora: Jesús Sanjurjo, entre 1975 y 1988, el propio Noval, de 1988 al 2000, y Javier Fernández, desde entonces hasta el momento actual.

Fue Jesús Sanjurjo (que llegó a ser máximo dirigente del socialismo asturiano con sólo veinte años) quien le incorporó a la ejecutiva regional en los tiempos de la sede de la calle Jovellanos como secretario de estudios. Poco tiempo después pasó a ser unos de sus dos hombres de máxima confianza (como vicesecretario de la FSA) junto al secretario de organización, Fran Varela. Luego, cuando Suso Sanjurjo abandonó la política activa en 1988, fue él quien le sustituyó. Un relevó totalmente lógico, dada la sintonía política e incluso personal entre ambos: dos políticos siempre alejados de la estridencia; serios (quizás, en ocasiones, en exceso) y reflexivos; por encima de todo, reflexivos, introspectivos. Para el triunvirato dirigente socialista de aquellos años en Asturias ser noticia era secundario, lo relevante era dar una imagen de partido unido, aunque la realidad en muchas ocasiones era otra bien diferente.

Pero Luis Martínez Noval siempre permaneció fiel a estos principios de lealtad al partido por encima de todo, incluso en los momentos más duros, al final de su mandato como secretario regional del PSOE, cuando las tensiones internas llegaron a ser insoportables. Ni por ésas, siempre calló. Seguro que la procesión iba por dentro, porque -en eso coinciden todos los que le conocían bien-, aunque en apariencia frío, era todo lo contrario, una persona que vivía con pasión la política. Puede que al final quedara algo harto de ella, pero sólo puede, asegurarlo es imposible, porque, al menos públicamente, nadie le oyó decir nunca nada en ese sentido. Siempre se mantuvo fiel a su estilo. Siempre. Era lo más alejado de un político populista.

Entre los años 1982 y 2000 fue diputado en el Congreso. Buen y concienzudo orador, llegó a ser durante algún tiempo portavoz del Grupo parlamentario Socialista. Si a eso unimos que de mayo de 1990 a julio de 1993 fue ministro de Trabajo y Seguridad Social, está claro cuál fue el protagonismo que adquirió Noval en Madrid en una época bastante larga. Y eso, a pesar de sus problemas de salud. Que los tuvo, e importantes. Pero es que parecía que para él las enfermedades más que una traba eran un acicate para seguir luchando.

Nunca intentó ser candidato a la Presidencia del Principado, aunque tuvo oportunidades para ello, e incluso algunos sectores del partido se lo pidieron. Consideraba que lo mejor era que el secretario de la FSA no fuera a la vez el presidente del Principado. Y como siempre, se mantuvo fiel a sus principios.