El turonés Francisco Javier Álvarez Pulgar, catedrático de Geología y profesor de Geodinámica Interna, tiene claro que España no debe desaprovechar las posibilidades que ofrece la industria de la extracción de gas por la vía de la fracturación hidráulica o fracking -un método que levanta las iras de algunos sectores con sólo mencionarlo, sobre todo de los ecologistas- si no quiere seguir siendo uno de los países de Europa que más depende del exterior en materia de energía. Según asegura, al menos hay que avanzar en esa tecnología antes de rechazarla porque «se trata de una industria más y siempre que haya una regulación adecuada sería una tontería no ponerla en marcha».

-¿Por qué se ha puesto tan de moda la fracturación hidráulica?

La verdad es que se lleva haciendo desde hace más de 50 años en explotaciones convencionales o para geotermia, pero los resultados que se están obteniendo ahora en Estados Unidos con el gas de esquisto (no convencional) y el petróleo están alterando absolutamente el mercado de la energía. Allí, que ya hay más de un millón de pozos de este tipo, seguramente acaben siendo exportadores de energía cuando ahora son un gran importador. Desde el punto de vista económico, el beneficio es importante, es un fenómeno mundial y no podemos quedarnos al margen.

-Hay quienes critican que el impacto también es considerable.

Es evidente que hay un impacto, pero como en todas las industrias, insisto en que lo que hay que hacer es tratar de reducirlo y regularlo. Es cierto que se necesita mucha agua, algo que en Asturias no sería problema, pero bastante menos que en muchas de las industrias que tenemos al lado. También se dice que el agua se mezcla con algunos componentes químicos y también es cierto, aunque el porcentaje es mínimo y muchos de ellos son convencionales, no peligrosos. Además, se dice que se pueden contaminar acuíferos, pero eso es imposible si la instalación está bien hecha, entre otras cosas porque las empresas quieren vender el gas y sellan bien los pozos, no quieren que se les escape.

-¿Es cierto que puede producir terremotos?

Se inducen microterremotos, pero son tan pequeños que son difíciles de detectar hasta con los aparatos adecuados. Eso también pasa en las minas asturianas. No hay peligro.

-¿Y el impacto visual?

No tiene ni comparación con una mina de las de carbón, mucho menos que un molino de viento. Una vez que el pozo está en la fase de producción, lo único que se hace es una conexión monitorizada a la red de gasoductos para que la empresa lo distribuya. Puede ser compatible con la ganadería o la agricultura, la instalación no es más alta que un árbol de Navidad, de hecho se llama así.

-¿Hay posibilidades de desarrollar esta industria en Asturias?

En Asturias podría haber dos tipos de posibilidades. En la zona de las comarcas mineras seguramente podría utilizarse la fracturación hidráulica para sacar el metano de las capas de carbón, lo que se conoce como el grisú. Por otro lado, también hay gas de esquisto en el triángulo situado entre Oviedo, Gijón y Villaviciosa. Está demostrado que todo el norte español tiene muchas posibilidades para aprovecharse de esta nueva industria.

-¿Ya hay algo en marcha?

Hay empresas que ya están haciendo estudios.

-Los pozos de carbón son reutilizables para esta técnica.

No tiene nada que ver.

-¿Entonces sería cerrar unos para abrir otros?

Repito que los sondeos para la fracturación hidráulica se hacen con un tubo que no excede los 70 centímetros en ningún caso.

-¿Se crearía mucho empleo?

En la fase de investigación, que es básicamente en la que nos encontramos ahora, se dice que las empresas van a gastarse unos 300 millones de euros, pero en la de producción tendrán que invertir miles de millones. Seguramente no vaya a servir para acabar con el paro en Asturias, pero podría ser un impulso importante, ya que se crearían empleos de forma directa e indirecta. En Estados Unidos se calcula que hasta ahora se han creado un millón de empleos y se han invertido más de 50.000 millones de dólares.

-¿Beneficiaría también al resto de sectores?

Por supuesto, una energía barata siempre hace más atractivo un país o una región para las empresas. No hay más que ver que los tres gigantes que hay en Asturias, Arcelor, Alcoa y Asturiana de Zinc, son grandes consumidores de energía que estarían mucho mejor pagándola más barata. Hay que investigar y avanzar en esta industria, prohibir por prohibir es un grave error.