En las últimas fechas el PP, ante las crisis de legitimidad y credibilidad de sus políticas de austeridad y recortes para la mayoría, pasa de la imposición de su política a la descalificación y criminalización del discrepante.

Este camino parece ser el adoptado por el PP en relación a la UTE de Villabona, y no sólo con respecto a sus coordinadores y equipo, sino, en las últimas fechas, frente a la oposición parlamentaria y la sociedad civil.

Una criminalización llena de calificativos de trazo grueso, de descalificaciones e insultos como los reproducidos recientemente en este medio, donde se habla de «intereses espurios y de la utilización de forma abyecta de la UTE de Villabona para fines inconfesables» y se califica a sus autores políticos (nosotros) parlamentarios o sociales de «desaprensivos y sinuosos».

Después de estas lindezas, lo único que sacamos en claro sobre el problema del desmantelamiento de la UTE de Villabona es que el desmantelamiento es una falsedad y que, por el contrario, el PP, junto a la dirección del centro, Instituciones Penitenciarias y el Ministerio del Interior del Gobierno de España, no sólo apoya su continuidad sino también su extensión. Es decir, que el problema no existe y todos los demás se lo inventan.

Lo primero que el PP debería aclarar es cuáles son esos intereses abyectos, espurios e inconfesables y quiénes son sus desaprensivos y sinuosos responsables. Con calificativos tan duros no vale lanzar la piedra y esconder la mano, sobre todo porque la descalificación e insultos reproducen y amplían los expresados por el director del centro penitenciario contra uno de los fundadores de la UTE, descalificaciones que tuvo que rectificar en sede judicial, con el consiguiente pago de indemnización al calumniado. El mismo director que después de rectificar dice que en Villabona no pasa nada.

En cuanto a la tranquilidad de los «tristes muros» (en terminología de García Lorca), cabe preguntarse si es normal vetar la entrada en la prisión de funcionarios de la Consejería de Sanidad del Principado o de las organizaciones no gubernamentales comprometidas con la reinserción de presos, o si lo es la rescisión de la comisión de servicios a los educadores o la supresión del equipo multidisciplinar de la Unidad Terapéutica Educativa de Villabona, cuando todos ellos gozan de una excelente reputación profesional y así lo han valorado por unanimidad todos los grupos parlamentarios con motivo de su comparecencia en el Congreso de los Diputados, incluido el PP. A no ser que se aplique el dicho de que «quien bien te quiere te hará llorar». Dicho sádico donde los haya.

Lo que no es normal es que se apoye a la vez el modelo de la UTE y el desmantelamiento de su lugar de origen y mejor expresión: la UTE de Villabona. Ante tamaña contradicción no valen insultos: el PP debe aclarar si está secuestrado por el director de la prisión y prefiere sacrificar la UTE de Villabona o si ha iniciado en Villabona el principio del fin de una de las experiencias más innovadoras y eficientes del mundo en la rehabilitación y reinserción de presos, con adicciones y sin ellas.

Lo primero sería preocupante para la dignidad de la política, lo segundo sería una demostración más de la regresión e inconsistencia de su gobierno.

De todas maneras, estoy seguro de que todos los grupos parlamentarios de la comisión que presido sobre el estudio de las drogas haremos lo imposible por que la UTE siga y por recuperar el consenso que siempre ha caracterizado la prevención del abuso de las drogas en España y en Asturias.