El temor a un gran acto terrorista sembró ayer el caos en la autopista que une Asturias con la Meseta. Dos falsos explosivos hallados en las localidades lenenses de Carraluz y Villallana obligaron a realizar sendos cortes de tráfico en la AP-66, a la altura de Campomanes, en un primer momento, y de Ujo, después. La medida de urgencia afectó a cerca de dos mil vehículos, que fueron desviados a la carretera nacional. La circulación sólo se pudo reanudar después de que los artificieros comprobaran que los cartuchos eran inocuos. Las autoridades no descartan que el material encontrado esté relacionado con el autor de una llamada telefónica realizada desde una cabina de la calle Río Eo de Gijón el 9 de julio de 2012, que advirtió al 112 de la presencia de dos bombas en ese tramo y que no fueron localizadas. Se produjo un día antes de que finalizara en Madrid la gran marcha en favor del sector del carbón. La colocación podría tener relación con la protesta minera de julio.

Todas las alarmas saltaron poco después de las dos de la tarde, cuando un grupo de operarios de mantenimiento de la empresa que gestiona la autopista del Huerna alertó de un artefacto sospechoso adosado a un túnel de drenaje que cruza bajo la vía, a la altura de la localidad de Carraluz, en Lena. En ese momento, la Delegación del Gobierno activó el plan de emergencia ante un posible atentado y obligó a desviar el tráfico de la autopista del Huerna entre Campomanes y La Magdalena (León) en ambos sentidos. Cientos de conductores tuvieron que proseguir su trayecto por la carretera nacional 630, a través del puerto de Pajares, lo que provocó un enorme colapso y disparó la confusión y el miedo.

La llegada de los artificieros al túnel subterráneo de dos metros de diámetro donde estaba el supuesto artefacto (a la altura del kilómetro 70) incrementó la tensión poco después de las tres de la tarde. Los especialistas se cercioraron de que la apariencia externa del paquete se correspondía con un compuesto de explosivo Goma-2, empleado habitualmente por grupos criminales organizados. Estaba compuesto por tres cartuchos de unos 600 gramos con envuelta plástica real en la que se leía «Amonita» y con una pegatina con la inscripción «Material inerte». Además, había un reloj mecánico de pulsera, aparentemente preparado para actuar como un temporizador. Tardaron media hora en desmontar el dispositivo.

Casi al mismo tiempo, la Guardia Civil daba con el segundo falso explosivo, oculto en un aliviadero de Villallana, también en el concejo de Lena, a la altura del kilómetro 58. El hallazgo obligó a cortar la circulación en la localidad mierense de Ujo, provocando un aumento de la caravana de vehículos. Los especialistas desarmaron este artefacto, de unos cinco kilos y características similares al primero, a las cinco y diez. Media hora después, el tráfico en la autopista quedó restablecido. El susto dio inmediatamente paso a la indignación.

«Todos nuestros esfuerzos van a estar orientados a dar con los autores de la colocación de estos artefactos, para ponerlos ante la justicia», señaló el delegado del Gobierno, Gabino de Lorenzo, que recibió la noticia durante una reunión de trabajo en Villaviciosa e, inmediatamente, se desplazó hasta Lena. «Lo más importante hoy es destacar la gran profesionalidad y el gran valor de los artificieros», añadió. Y defendió la necesidad de desviar la circulación mientras se desarrolló el trabajo de los agentes. «No sabíamos a qué nos enfrentábamos y actuamos de acuerdo a lo establecido para estos casos», subrayó.

Gabino de Lorenzo evitó pronunciarse sobre las primeras hipótesis de la investigación, aunque indicó que los responsables de la colocación de los falsos explosivos «son personas que están familiarizadas con este tipo de material, usado a menudo en minas, canteras y otros lugares donde es necesario provocar explosiones». «No se puede culpabilizar a ningún sector o individuo porque no tenemos datos. Ahora bien, esto es mucho más que una broma. Se trata de algo muy grave, un delito», advirtió el máximo representante del Ejecutivo central en la región. Las indagaciones se centran ahora en la llamada realizada hace diez meses desde de Gijón por «un varón entre 30 y 40 años» anunciando la colocación de las dos supuestas bombas que ayer se encontraron.

Lugar aproximado del primer hallazgo: