En las distancias cortas, no obstante, la diferencia del tiempo de desplazamiento se acorta en la comparación del AVE que aspira a tener Asturias con el Alvia que ya tiene. El ejemplo está en Valladolid, adonde ya ha llegado la alta velocidad con todas sus prestaciones. El trayecto entre la ciudad castellana y Madrid dura 56 minutos en tren de alta velocidad puro y una hora y cuatro minutos viajando por la misma vía, pero en Alvia. La diferencia, de únicamente ocho minutos, hace que el servicio de AVE entre las dos ciudades se haya reducido a dos diarios en cada sentido con una agresiva política de rebaja de tarifas en el AVE. Este itinerario, con una extensión de casi 180 kilómetros, tiene vía de ancho internacional en toda su extensión, aunque los técnicos precisan que la velocidad de los convoyes no depende tanto del ancho como de la configuración de la vía y sus condiciones y características.

En el caso de Asturias, el problema de todas estas suposiciones es precisamente el tiempo. El lapso previsiblemente largo y tortuoso que queda para que se hagan efectivas. Durante su visita a las obras de la variante, el pasado viernes, el secretario de Estado de Infraestructuras, Rafael Catalá, esquivó las preguntas sobre los plazos de puesta en servicio, consciente, dijo, de la complejidad de una obra que se ha llevado hasta ahora por delante todas las previsiones de los políticos. Ahora ya no tiene plazos pero, según los expertos consultados, éstos se miden en años por la envergadura de las diversas circunstancias que afectan a la obra. Fomento debe resolver el grave problema de las filtraciones en los túneles, una dificultad que el Ministerio prevé atajar instalando paneles de resina bajo las dovelas para canalizar el agua y evacuarla. Simultáneamente, queda pendiente el desplazamiento de tierras que amenaza la vía en un talud situado en las inmediaciones de Campomanes y cuya solución definitiva depende de lo que diga un estudio geológico que tardará dos meses.

Esos problemas son los que marcan los tiempos en la obra mientras el Gobierno espera poder licitar en julio los contratos de montaje de las vías y electrificación de la Variante. Incluso obviando los problemas con el agua y los corrimientos de tierras, estos trabajos tendrían que acelerar mucho los plazos administrativos y de ejecución para, según las estimaciones de los expertos consultados, estar listos, como muy pronto, antes del año 2016, a tiempo para el final de esta legislatura, en el otoño de 2015.