El pasado año el Ministerio de Fomento gastó en los tramos asturianos de la Autovía del Cantábrico 10,5 millones de euros menos de lo que había presupuestado. En los gallegos, 17 millones más, y en los cántabros, 1,2 millones por encima también de lo previsto, según datos con los que el propio Gobierno contestó a una de mis preguntas.

La denuncia de este sectarismo inversor, entre las comunidades gobernadas por el PP y las que no, me llevó a exigir a la líder popular asturiana, Mercedes Fernández, su intervención para ponerle freno. Me respondió, a través de persona interpuesta, aludiendo a la herencia recibida, amenazando con vías judiciales y presumiendo de buena gestión.

Sobre la herencia recibida le recordaré lo que ya le dije en sede parlamentaria: ejerzo mis responsabilidades como diputado, llorado y flagelado. Lloré por todos los errores que cometimos en el Gobierno y me flagelé por aquellos más graves. Pero, por ellos, el PP tiene responsabilidades de gobierno y el PSOE de oposición, es decir de control del Ejecutivo . Y a ese mandato, también electoral, me aplico con todo mi leal saber y entender.

Amenaza doña Mercedes con recurrir a instancias judiciales, al modo y manera que nos tienen acostumbrados estos días diferentes responsables del PP, aludidos en los «papeles de Bárcenas» o en la «Gürtel». Es muy libre de hacerlo, pero le recuerdo que sobre el tramo Unquera-Llanes existe una contundente sentencia judicial. Tan clara y contundente que un diputado de la Junta General, entonces popular, fue condenado en su día por reincidir torticeramente en el asunto.

Presumir de buena gestión, por último, exige datos y antecedentes que la avalen. De momento, ni los datos del actual Gobierno sobre la Autovía del Cantábrico lo hacen, ni la gestión, también sectaria, de los fondos mineros lo corrobora, y mucho me temo que cuando sepamos las inversiones del pasado año en Alta Velocidad Ferroviaria, tampoco sean, precisamente, para sacar pecho en Asturias.

Y si de comparaciones personales se trata, no tengo ningún problema en que hablemos de cómo resolvimos, ella y yo mismo, el control de explosivos en nuestras respectivas etapas en la Delegación del Gobierno. Y con qué consecuencias. Por último, doña Mercedes, quiero recordarle unos versos del genial Quevedo que responden, mejor de lo que yo podría hacerlo, al «recao» que, por persona interpuesta, insisto, me envía. Versos que, por cierto, hicieron fortuna en su día en su propio partido.

«No he de callar, por más que con el dedo, / ya tocando la boca, o ya la frente, / silencio avises o amenaces miedo».