Estimado decano: No estoy de acuerdo contigo, creo que te has equivocado, que la noticia que habéis fabricado con vuestras declaraciones es manifiestamente incierta, injusta para con la profesión e inadecuada a tu condición de decano.

Te pido desde ya que, si no rectificas, dimitas. Desde tu posición de decano tienes la obligación de defender a los colegiados, a tus compañeros. Sin duda, pero tal obligación no es justificación alguna para la crítica inapropiada, incierta e injusta que has realizado a la judicatura.

Te has equivocado, no rectificas, y por ello te pido hoy la dimisión.

Como decano, representante de la abogacía, tienes la obligación de defender a los abogados, pero no así. Sabes, como yo, que todos los días surgen ocasiones para ello, fricciones con la Administración y con la sociedad que es preciso evitar, desatascar, también situaciones puntuales en las que un abogado se ha visto coaccionado desde los medios de comunicación o en otros lugares, y que sí exigirían una actuación inmediata y mesurada para tratar de solucionarlas.

Sin duda, hay sentencias equivocadas, pero no más que las demandas o contestaciones que hacemos nosotros. Sin duda, hay sentencias que son criticables, pero no más que escritos de parte. Sin duda, los jueces, como los abogados, se equivocan, y para eso está la doble instancia. Y, sin duda, perder la doble instancia o limitarla con tasas es un error, una pérdida irreparable para el justiciable.

Sin duda que eso es cierto, pero lo que no puedes hacer como decano es generalizar y criticar con afirmaciones inciertas, inapropiadas e injustas. Y te lo dice alguien que es vehemente en la crítica, tanto de las partes como de las sentencias cuando procede; y te lo digo con la autoridad de no haberme quedado corto o callado nunca o casi nunca -ante nadie- en la defensa de mis clientes, que son los únicos que nos deberían importar; alguien que es duro, durísimo, pero alguien que sabe cuál es la línea que no podemos traspasar nunca, la línea que tú has cruzado, y que si lo ha hecho ha sido por error y por su cliente, no por propio interés.

Enrique, has personalizado al generalizar, has confundido que una sentencia esté equivocada con que el juez haya hecho mal su trabajo o sin atención. Son cosas distintas, el juez, como tú y como yo, puede equivocarse, pero no puedes afirmar que los jueces trabajan mal o sin rigor porque no les van a recurrir, y no puedes porque no es cierto, y lo sabes. Y ello al margen de que te den o te quiten la razón en un asunto puntual.

Creo que has cometido un error imperdonable porque representas a un colectivo que sabe distinguir la función de la persona, y tú no lo has hecho, has confundido la sentencia con el juez, has confundido al juez con la persona, has confundido demasiadas cosas para tratarse de un error. Creo, finalmente, que es un error intencionado y no lo puedo entender.

Creo, y lo lamento, que debes dimitir ya, porque debes prestar un último servicio como decano, mostrar que no todos pensamos igual, al menos yo no pienso eso, y un decano no puede decirlo.

Y creo que como decano del Ilustre Colegio de Abogados de Oviedo no puedes generar un enfrentamiento con la judicatura, no puedes transmitir a la sociedad que abogados y jueces estamos enfrentados, porque abogados y jueces no somos colectivos enfrentados, somos operadores de una misma institución que está por encima de ti y de mí, de una institución que es la justicia y de la que somos colaboradores.

Y como decano sabes que nuestra justicia, la asturiana, tiene la gran virtud de la celeridad, sobre todo en comparación con la mayoría del resto de España.