Profesora titular de la Universidad de Oviedo

Eva Díaz es profesora titular de Ingeniería Química y Tecnología del Medio Ambiente en la Universidad de Oviedo. La docente dirigió esta semana, junto a su compañero Salvador Ordóñez, el curso de verano «Biocarburantes: el combustible del futuro».

-¿Qué son los biocombustibles? ¿Hay algún tipo de clasificación?

-Hay dos tipos de biocombustibles que se producen industrialmente: el bioetanol, que procede de fermentación de azúcares, almidones, cereales, es químicamente igual que el alcohol pero se utiliza como combustible; el segundo es el biodiésel, que parte de grasas vegetales o animales, tiene propiedades básicamente iguales que las del gasóleo. Desde el punto de vista de la clasificación, esa diversidad de las materias primas hace que se hable de biocombustibles de primera y segunda generación. Los de primera tienen su origen en productos alimenticios y los de segunda son aquellos cuyas materias primas no compiten con los usos alimenticios.

-¿Hacia dónde se dirigen las vías de investigación en este campo?

-La primera generación está ya muy madura, está tocando su techo. En la segunda se está trabajando pero a escala industrial aún hay muy poco; por lo tanto, ofrece más posibilidades.

-¿Qué ventajas presentan los biocombustibles respecto a otras fuentes energéticas?

-La ventaja desde el punto de vista medioambiental viene dada por la limitación de las emisiones de gases de efecto invernadero. Hay algunas estimaciones, en concreto del Departamento de Energía de los EE UU, que cifran en un 78% la disminución de las emisiones de CO2. Entonces sería un sustitutivo de los combustibles fósiles, con todas las implicaciones económicas y sociales que esto tendría.

-Entonces, ¿apostar por este tipo de energía también es una forma de conseguir independencia energética?

-Sí, desde luego. De hecho, la UE marca para el 2020 un 20% de renovables y un 10% para biocarburantes.

-¿La producción, transporte, almacenamiento... de los biocombustibles requiere inversiones muy grandes?

-No, esa parte es la menos crítica. El bioetanol no deja de ser alcohol, no es un material de unas propiedades difíciles de gestionar ni de almacenar. Y el biodiésel tiene la complicación de que los aceites vegetales son difíciles de usar porque se congelan muy rápidamente, entonces lo que se hace es que tengan un punto de fusión más apropiado, que sea líquido en un rango de temperaturas más amplio.

-¿Qué inconvenientes tienen?

-En la primera generación la forma de conseguir la materia prima: no hay suficiente y competimos con la parte destinada a alimentación. Si hablamos de los de segunda generación, podríamos aprovechar residuos: el problema es que esas tecnologías no están maduras.

-La segunda generación requiere aún de más investigación. ¿Será posible con los actuales recortes?

-Los recortes son un problema en España; que no haya un marco legal estable y que éste esté sujeto a los cambios de Gobierno también es parte del problema. Una empresa española dejó recientemente de cotizar en el Ibex 35 para pasarse al NASDAC (EE UU) porque en EE UU consigue financiación y apoyos a condición de que cotice en la Bolsa americana, esto es un indicativo de lo que está pasando.

-¿Cuál sería la situación ideal para favorecer la investigación y la producción en este ámbito?

-Para empezar, tener financiación. Sin ella es imposible llevar a cabo ninguna investigación. Y luego conseguir una visión a largo plazo; falta un marco que persista, que la empresa que empiece en esto sepa que dentro de quince años no va a cambiar nada.

-¿Qué posibilidades de desarrollo espera a los biocombustibles en Asturias?

-Hablar a una escala tan regional es difícil. Asturias tiene una parte buena que es la logística para las exportaciones. De hecho, en biocombustibles, el núcleo europeo es Rotterdam y no porque tenga ninguna materia prima, sino porque es un puerto de mar con mucha facilidad para importar. A lo mejor se tendría que considerar esta vía.

-¿Son los biocombustibles la energía del futuro?

-Estoy en contra de ese término, no va a haber ninguna energía del futuro, lo que tendremos que hacer es ir hacia un mix energético cada vez más amplio: cuantas más fuentes de energía distintas tengamos, mejor. Es una vía más para acabar con la dependencia energética.