Oviedo, Miguel L. SERRANO

Hace un tiempo que en Trasmonte, un pueblo de 308 habitantes ubicado a 27 kilómetros de Cangas del Narcea, vienen observando osos pasear a menos de cien metros de las casas. En Bimeda, otra localidad del Suroccidente asturiano, encontraron no hace mucho una huella a escasos veinte metros de una vivienda. En Porley, también en el concejo cangués, varios vecinos afirmaron haberse cruzado con osos por los caminos de la aldea... La cada vez más frecuente presencia de plantígrados en las proximidades de los pueblos ha causado cierta alarma entre algunos vecinos del medio rural, especialmente en el suroccidente asturiano. De hecho, no muy lejos de esta comarca, en la zona leonesa de Laciana, la Junta de Castilla y León y la Fundación Oso Pardo ya han puesto en marcha patrullas para alejar a los osos de algunos pueblos donde han atacado el ganado o se han acercado a comer cerezas.

Los expertos en la especie más emblemática de la fauna del Principado recuerdan, sin embargo, que la convivencia entre el animal y el humano «existe de toda la vida» y rechazan que este tipo de situaciones pueda cambiar la imagen social de una especie que simboliza desde hace tres décadas la lucha por la conservación de la Naturaleza y cuya presencia supone, además, un potente motor de desarrollo.

«Los osos se acercan a los pueblos por una razón muy sencilla: son localidades de montaña y es el hombre quien está en el hábitat del oso. Lo raro es que anduvieran paseando por el parque de una ciudad», sentencia Roberto Hartasánchez, presidente del Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (FAPAS). Como Hartasánchez, el biólogo de la Universidad de Oviedo Javier Naves trata de dar normalidad al asunto. Considera que son hechos «habituales» que siempre han ocurrido, una opinión que comparte Fernando Ballesteros, de la Fundación Oso Pardo: «La gente que vive en el medio rural sabe lo que hay. No porque aparezcan más van a tener animadversión hacia ellos, no tiene nada que ver», añade.

La población osera ha experimentado un fuerte incremento en Asturias en las últimas dos décadas. Según estimaciones de la Fundación Oso Pardo, el número de plantígrados ha pasado en veinte años de 60 ejemplares a los 180 actuales. Aumentan los individuos, pero el terreno disponible es el mismo. «Queríamos tener más osos y quizá no tengamos tanto sitio para albergarlos», subraya Javier Naves, que considera éste uno de los principales problemas de la conservación de la especie.

Los especialistas llaman a la calma ante esta creciente situación, aunque consideran necesario tener en cuenta esta tendencia para tratar de atajarla y minimizar riesgos. «Todo lo que suponga cercanía oso-humano conlleva una situación de riesgo y de conflicto, pero antes de alarmarnos debemos evaluar bien. Hay que tratar este tema de forma positiva y siendo previsores», añade Naves, que prefiere repartir responsabilidades: «Las colmenas están más cerca de los pueblos y además dejamos la basura, los restos, que son focos que pueden atraen a los osos. A veces, tal vez sin darnos cuenta, nosotros también provocamos estas situaciones». En este punto, Ballesteros anima a seguir trabajando en métodos de prevención. Habla de sistemas como los pastores eléctricos, o la creación de más zonas de alimentación en el campo plantando frutales, cerezos... «Hay que supervisarlo y apoyar a los vecinos. En estos temas se debe actuar en positivo», agrega.

Según los especialistas consultados, los osos que se acercan a las poblaciones humanas podrían tener un perfil determinado. Se trataría de ejemplares jóvenes, más inexpertos, quizá desplazados de los territorios oseros y con necesidad de vivir más próximos al humano para encontrar alimento con mayor facilidad. «Generalmente suelen ser inofensivos y tranquilos. Si fuesen peligrosos, ya habrían dado problemas», señala Hartasánchez, que vincula el miedo vecinal a la poca experiencia. «Sí es cierto que hay mucha gente nueva en los pueblos. Que compran casa de segunda residencia o son turistas. A esas personas les puede extrañar, pero aquí, en Asturias, la relación con los animales es normal».

Los tres expertos rechazan, además, que la mayor cercanía entre el animal y el hombre pueda hacer rebrotar el furtivismo. «En ese tema se ha avanzado mucho, hay una buena concienciación y me parecería muy raro que se recuperara», explica Ballesteros. «No volverá», zanja Hartasánchez, que vuelve a incidir sobre la normalidad de los casos: «Si antes se disparaba a los osos desde la ventana de las casas, ¿a quién le puede parecer raro que de vez en cuando pase alguno cerca de un pueblo?».

Las cámaras de FAPAS, Fondo para la Protección de los Animales Salvajes, captaron en el pasado mes de julio una de las mejores imágenes de la osa «Villarina», en Somiedo. Roberto Hartasánchez, el presidente de esta entidad, señaló que también se habían fotografiado machos adultos en el mismo lugar que «Villarina», alguno con un labio partido, herida probablemente causada en su lucha con otros machos por aparearse con la osa.