«Hay muchísima preocupación en el campo, esto es como la ruleta rusa». Lo dicen los ganaderos alarmados por la proliferación de falsos diagnósticos positivos de casos de tuberculosis bovina en la cabaña asturiana. Los afectados, que se enfrentan al sacrificio en la explotaciones de reses que posteriormente se revelan sanas en los análisis del matadero, reclaman a la consejería de Agroganadería medidas para que los diagnósticos sean más rigurosos, a fin de evitar los considerables perjuicios que padecen.

Los datos de la actual campaña de saneamiento ganadero, que se desarrolla a lo largo del año por toda la geografía regional, constatan hasta el pasado mes de junio un incremento de los casos de tuberculosis bovina. Hay 194 positivos contabilizados hasta esa fecha, según el cómputo oficial aportado en la Junta General del Principado por la consejera de Agroganadería, María Jesús Álvarez.

La tendencia, similar a la registrada en otras comunidades autónomas, ya se constató en Asturias el pasado año y alerta a los ganaderos, que denuncian que hay «menos rigor» en los controles que se llevan a cabo en las reses. Los casos engañosos de tuberculosis también inquietan en la consejería, que ha tomado la determinación de reestructurar algunos de los equipos veterinarios que realizan los trabajos, a fin de obtener mayor eficacia en las pruebas.

María Jesús Álvarez ya alertó el pasado mes de junio ante el Parlamento asturiano que cuando termine el año será necesario tener en cuenta que se contabilizan como casos positivos los que dan ese resultado en la explotación, aunque luego no se confirmen en el laboratorio. Los ganaderos consultados por LA NUEVA ESPAÑA alegan sentirse «impotentes» cuando los veterinarios marcan las vacas que reaccionan con una inflamación de la piel a la llamada prueba de la tuberculina. «Sin embargo, eso puede ser una simple reacción alérgica al reactivo que se emplea y no el indicio de un contagio», señalan.

Por eso reclaman una actuación más exhaustiva que contemple revisiones de otro tipo en las reses a fin de determinar el diagnóstico con la mayor fiabilidad. «Antes se les miraban los ganglios, o se comprobaba que tuviesen escaras. Ahora se basan solamente en la inflamación de la piel», aseguran los afectados. Alguno de ellos ya ha pasado por la experiencia de tener que llevar las vacas al matadero, para posteriormente obtener una respuesta negativa a la enfermedad en los análisis post mortem.

Fuentes veterinarias comentan que la aparición de «falsos positivos» puede venir dada por la propia tipología del test que se aplica para detectar la enfermedad y por el tipo de reactivo utilizado. No obstante, se da el caso de que el reactivo es el mismo empleado en los últimos años, que lo distribuye el Ministerio de Agricultura para toda España y de acuerdo con las directrices europeas.

Los ganaderos consideran que «algo no debe de estar haciéndose bien», cuando después de cuarenta años de historia de campañas ganaderas, ahora se estén marcando numerosas reses en las explotaciones que luego resultan no estar enfermas en análisis posteriores.

El marcaje del animal lleva aparejada la inmovilización de la cabaña ganadera de la explotación y la retirada de la «carta verde» que permite acometer la venta de las reses. A los posibles errores en los diagnósticos los ganaderos añaden otra consideración, relativa a la influencia de la fauna salvaje en la cabaña ganadera asturiana. «Si realmente hay más positivos, de algún lugar tendrán que venir los contagios», recalcan. En su opinión, también puede haber una relación directa entre el repunte del mal y la alta presencia de especies como jabalíes y tejones, que transmiten la enfermedad entre las reses.

Los veterinarios consultados también rompen una lanza a favor de su actividad y aseguran que si lo que se persigue es que Asturias sea declarada región indemne de tuberculosis y brucelosis, lo correcto es «marcar» cualquier vaca sospechosa. Además, los casos actuales no son tan llamativos como los que se registraban hace décadas, y eso también conduce a confusiones.

Los ganaderos reclaman al menos que la Administración agilice las indemnizaciones correspondientes en casos de sacrificio, ya que según indican, algunos ganaderos han llegado a esperar más de un año por las compensaciones. Por lo general, el número de reses que van al matadero depende de la cantidad de casos detectados. El sacrificio puede afectar una sola vaca o llegar a un vaciado completo de la explotación, si se superan determinados porcentajes.

El contagio de la tuberculosis vacuna al hombre se produce en forma indirecta, a través de la ingestión de carne cruda o por inhalación de la bacteria, en casos extremos, a través de gotitas, en suspensión en el aire, que contienen bacilos, con localización broncopulmonar, y al realizar tareas en contacto con animales enfermos.

Asturias cuenta con buen estatus sanitario de la cabaña ganadera y es la comunidad autónoma con menor prevalencia de la tuberculosis en toda la península, con un nivel del 0,19 por ciento. Las campañas de saneamiento regionales han sido puestas como ejemplo en el resto de España.