El ente gestor de los aeropuertos españoles (Aena) ha decidido reducir en unos 150 metros la longitud de aterrizaje de la cabecera 29 de la terminal de Santiago del Monte, con el objetivo de alejar la toma de tierra de las aeronaves de la vaguada en la que están instalados el sistema de aproximación y los postes del área virtual de lectura del radioaltímetro que forman parte del sistema antiniebla (ILS-III) del aeródromo. Según fuentes de Aena, la medida se adopta para conseguir un certificado de seguridad que será obligatorio a partir de 2016 y «no tendrá una repercusión significativa» en el tráfico.

Sin embargo, expertos conocedores del aeropuerto, con amplia experiencia aérea aseguran que, en realidad, esta actuación va a perjudicar «mucho» la operatividad de Santiago del Monte, que, a su juicio, tendrá dificultades para albergar aviones de cierto tamaño como, por ejemplo, el airbús 330 que Air Europa utiliza ahora en la ruta con Lanzarote. Además, alertan de que el aeródromo puede convertirse en un «caos» durante la ejecución de las obras y rechazan el argumento de la seguridad. «No pueden decir que una pista más corta vaya a ser más segura; parece que lo que quieren es ponerle la puntilla al aeropuerto», alerta un profesional asturiano del sector.

Por su lado, la Federación de Servicios Públicos de UGT, que desveló ayer la actuación prevista en el aeropuerto, mostró «preocupación» por las consecuencias que tendrá el recorte de la pista. Su responsable, Juan José Villar, citó « las limitaciones al tráfico aéreo, las restricciones a los aviones más grandes o las cancelaciones que se pueden generar durante el periodo de obras, ya que los sistemas antiniebla deberán de permanecer apagados». Además, UGT también criticó el «enorme gasto» que, a su juicio, conlleva la modificación prevista y la «escasa operatividad» que tendrá el aeropuerto en el futuro. Para la central, existen otras soluciones que no limitan la capacidad de la terminal, entre ellas cubrir la vaguada cercana a la cabecera 29.

Frente a estas críticas, los portavoces de Aena insistieron en que el aeropuerto apenas notará cambio alguno. «Las necesidades de pista de aterrizaje de la flota habitual en Asturias -aeronaves de tipo medio como el Airbús A-320 o el Boeing-737- son normalmente inferiores a las que están disponibles», precisan los portavoces del gestor, quienes aseguran que el proyecto no supondrá una reducción de la longitud de despegue por la pista 29, ni afectará a la otra cabecera, la número 11, que es la más cercana al mar.

«Todos los aeropuertos tienen que certificarse en la Agencia de Seguridad antes de 2016 para poder operar», explica Aena. Se trata de un proceso que ya se ha culminado en otras terminales. En el caso de Asturias, está en elaboración un proyecto para adaptar las infraestructuras a los requisitos de seguridad, entre ellos la obligación de que los elementos próximos a las cabeceras sean frangibles, es decir, que se puedan quebrar. De ahí la propuesta de acortar la cabecera 29 por la presencia del instrumental antiniebla en la cercana vaguada.