Los pilotos que operan habitualmente en Asturias alertan de que el aeropuerto tendrá que aprobar un nuevo plan de seguridad, una vez que se acorte la cabecera principal de aterrizaje de la terminal, con el objetivo de adaptarse a sus nuevas características. Aunque, a su juicio, esta medida no afectará a la operatividad de las aeronaves que cubren ahora las rutas desde Santiago del Monte, los profesionales recomiendan que, por seguridad, el documento debería de analizar la puesta en marcha de medidas adicionales para el frenado de los aviones, ya que la pista pasará de la longitud actual de 2.200 metros actuales a unos 2.050 metros. Será tras la eliminación de los 150 metros más cercanos a la vaguada en la que está instalado el equipo antiniebla.

Pese a que expertos conocedores de la terminal asturiana critican duramente los planes de AENA, sobre la base de que reduciría su capacidad operativa, el sindicato de pilotos (Sepla) estima que la actuación mejorará la seguridad para los aterrizajes con baja visibilidad. Y es que al adelantar el punto en el que los aviones toman tierra se evita que los sensores del sistema antiniebla puedan facilitar datos erróneos por el efecto de la vaguada que hay justo antes de la pista.

La actuación prevista en el aeropuerto se enmarca dentro de un proceso general de certificación de la red por parte de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea. Tras un profundo análisis de la situación, los expertos han detectado que, en el caso de Santiago del Monte, es necesario ampliar la distancia de separación que hay entre el umbral de la pista 29, por la que toman tierra en Asturias ocho de cada diez aviones, y el equipo antiniebla. Ello es debido a que la legislación vigente exige que todos los elementos que estén cercanos a las cabeceras de aterrizaje puedan romperse con cierta facilidad.

Los técnicos de AENA han estudiado dos posibles soluciones. Una consiste en reducir la pista de aterriza en 150 metros para, de esa forma, alejar el punto de toma de tierra de las aeronaves del equipo antiniebla. La otra en rellenar parte de la vaguada para retrasar los instrumentos que facilitan el aterrizaje con escasa visibilidad. El gestor aeroportuaria se decantó por la primera opción por razones económicas y operativas. Sale por 1,2 millones, frente a los 4 que costaría actuar en la vaguada y, además, según AENA, no tiene incidencia alguna en el tráfico de la terminal.

La intención del gestor es culminar el proyecto en las próximas semanas, de forma que pueda salir a concurso a finales de año. El plazo de ejecución de las obras es de un año y medio, si bien la fecha tope para la nueva certificación de seguridad es enero de 2016.