Pierre Issalys (67 años) habla varios idiomas pero se siente mucho más cómodo respondiendo en francés. Es, dice, su lengua oficial. La suya y la de su ciudad natal, Montreal, en Quebec, la única región de Canadá donde no coexisten oficialmente el inglés y el francés, como sucede en el resto del país. Este profesor de Derecho Administrativo, profesor desde 1977 en la Universidad de Laval y autor de varios libros, es también experto en políticas sociales, uno de los motivos que le trajeron hasta Oviedo, donde ayer, en la Facultad de Derecho de la Universidad, ofreció una conferencia sobre la lucha contra la pobreza en el mundo. Pausado y reflexivo, Issalys piensa mucho lo que dice. Especialmente en asuntos espinosos como el del nacionalismo, uno de los frentes abiertos también en su país. Él es partidario de la independencia de Quebec, región que ya celebró dos referéndums independentistas (1980 y 1995) como el que ahora pide el Gobierno catalán de Artur Mas. Allí, las dos veces ganó el no.

-¿Cómo recuerda aquellos dos episodios?

-Siendo favorable a la independencia de Quebec, guardo un recuerdo desagradable de la primera consulta, sobre todo del periodo que siguió al primero. Porque fue una época de desánimo colectivo. Sin embargo, del de 1995 conservo un recuerdo muy positivo, gracias especialmente por la altísima participación y a la manera mesurada en que los resultados fueron colectivamente asumidos por los quebequenses.

-Muchas voces desde Cataluña ponen de ejemplo a Quebec para solicitar la consulta independentista. ¿Usted ve similitudes entre los dos territorios?

-En ambos casos hay una población que identifica como su patria a un territorio determinado del país. Esa gente se define como una nación caracterizada sobre todo por su lengua y por ciertas afinidades culturales, tradicionales e históricas.

-Cataluña, a diferencia de Quebec, no está reconocida como "nación" en la Constitución.

-Lo primero que habría que hacer es preguntar a los catalanes si se sienten como tal. Si se sienten una nación. Si es así, el resto de españoles debería entenderlo y tendría que reconocerse a Cataluña como nación. Es lo que ha ocurrido en Canadá: después de varias décadas de negación, el Parlamento acabó reconociendo que los quebequenses formamos una nación. No se trata de tomar una decisión, es un reconocimiento de un hecho.

-Un hecho que crearía un precedente.

-En este tipo de asuntos no existen los precedentes, ni buenos ni malos. Cada caso (Quebec, Cataluña, Escocia, Kosovo...) es único y tiene sus circunstancias. De ellos no puede deducirse nada con seguridad para el resto. Por eso es difícil averiguar si las dos consultas de Quebec son un ejemplo para Cataluña.

-Sin embargo, para muchos ciudadanos catalanes, el de Quebec sí es un buen precedente.

-No conozco suficientemente el caso catalán, pero sé que Cataluña es una sociedad moderna, plural y probablemente defina su nacionalismo no en términos étnicos, sino cívicos y lingüísticos, lo que también ocurre en Quebec.

-¿Entonces se parecen en mucho ambos nacionalismos?

-Hay parecidos y diferencias, sobre todo por el trasfondo históricos de los territorios. Cataluña ha tenido una larga existencia como Reino independiente antes de ser integrada como parte constitutiva del Reino de España. Quebec, por su parte, nunca ha sido un estado independiente sino una colonia, primero francesa y luego inglesa, que en un determinado momento se integró a un estado entonces en formación. Un estado, Canadá, que además está totalmente integrado por antiguas colonias.

-¿Debe haber en Cataluña un referéndum soberanista?

-No domino los argumentos constitucionales que podrían oponerse a la consulta, pero creo que si un colectivo humano como el catalán se siente como nación será muy difícil impedir que decida por sí mismo su futuro y, al final, lo sea.

- ¿Y de qué le serviría a Cataluña ser reconocida como nación?

-¿De qué le sirve a "Pepito Pérez" ser reconocido como tal? Es un reconocimiento de un hecho.

-Y en una hipotética independencia de Cataluña, ¿quién perdería más?

-La impresión de pérdida que podría acarrear en los "vencidos" es una reacción afectiva normal, pero no debería impedir que se encontrasen rápidamente formas razonables para que todo el mundo preservara lo esencial.

-¿Cómo está hoy el nacionalismo en Quebec?

-El apoyo a la independencia está en torno al 40 por ciento desde hace unos 30 años. Esta cifra corresponde aproximadamente a la mitad de la población francófona de la provincia, lo que significa que se reparte casi de forma similar entre los que son partidarios y los que se oponen a la independencia. En este momento, creo, está un poco a la baja, porque el porcentaje fluctúa según los acontecimientos políticos y la coyuntura económica.

-Ya que lo menciona, ¿estamos saliendo de la recesión?

-No puedo pronunciarme con criterio, no soy economista. Pero espero sinceramente que sí.

-¿La austeridad es buena la receta?

-Puede ser necesaria, pero antes de llevarla a cabo debe haber una justicia social.