No tuvieron tiempo ni a ponerse la mascarilla, el grisú los mató antes. Cayeron fulminados. Seis mineros con edades comprendidas entre los 35 y los 45 años perdieron la vida ayer por un escape de gas registrado en la mina Pozo Emilio del Valle, cerca de Santa Lucía, en el municipio leonés de Pola de Gordón. Uno de ellos, José Luis Arias, era de vecino de Pola de Lena. De 42 años, deja viuda y dos hijos de corta edad. Iba a prejubilarse en agosto, pero no pudo hacerlo por la entrada en vigor del nuevo plan de la minería. Otro de los fallecidos, Orlando González, de 45 años, estaba unido sentimentalmente con una lenense de Malveo y su familia política reside en el concejo.

El gas no llegó a estallar, pero se llevó por delante seis vidas y dejó intoxicados a cinco mineros más. Dos consiguieron salir por su propio pie de la planta séptima de la explotación, donde se produjo la tragedia, a 694 metros de profundidad. Todos los heridos están hospitalizados y anoche se temía por la vida de uno de ellos, que responde a las iniciales J. M. M. M. Tiene 38 años y se encuentra en estado "crítico" en el hospital de León.

El suceso se produjo poco después de la una de la tarde, cuando en el tajo había 146 mineros. En la planta séptima, un grupo de trabajadores estaba iniciando un nuevo taller cuando, de improviso, se produjo un derrabe de carbón o de rocas. Se originó entonces lo que se conoce como un "desprendimiento súbito" que hizo que el gas saliera por el retorno y alcanzara a los mineros, que estaban en un "fondo de saco". Seis de ellos murieron intoxicados.

Todo debió de ser muy rápido, ya que no tuvieron tiempo ni de colocarse los autorrescatadores. Luis Rodríguez Aller, diputado provincial y alcalde del cercano concejo de Vegacervera, que fue minero y compañero de algunas víctimas, aseguró ayer a las puertas de la explotación que el pozo Emilio Valle no era especialmente complicado, aunque era conocida la presencia del temible grisú. No obstante, destacó que la Hullera Vasco Leonesa siempre ha sido "puntera" en materia de seguridad. El último gran siniestro en la compañía se produjo en 1957 y se cobró la vida de nueve personas.

Todos los que ayer estaban trabajando en la séptima planta de la explotación leonesa eran "mineros experimentados". Pero seis de ellos nada pudieron contra los efectos del grisú, un gas compuesto mayoritariamente por metano y de efectos letales. Toda la comarca minera gordonesa, y la provincia leonesa entera, quedó ayer consternada por el accidente. Nadie se explicaba qué podía haber pasado. Rodríguez Aller calificaba de "imposible" que en el "siglo XXI y con los avanzados dispositivos existentes para la detección del gas ocurran tragedias de estas características".

El aviso del siniestro se produjo en torno a las 13.50 horas, por lo que el escape de gas se habría producido entre las 13.30 horas y las 13.45 horas en la galería séptima del Pozo Emilio del Valle. Al recibir la llamada, el servicio de emergencia 112 comunicó el suceso a la Guardia Civil, Bomberos de León, Policía Local de La Pola de Gordón y a Emergencias Sanitarias - Sacyl, que envió al médico del centro de salud de La Pola de Gordón, tres ambulancias de soporte vital básico, una UVI móvil y un helicóptero medicalizado para el traslado de los heridos a los centros hospitalarios. En un principio se especuló con que la tragedia podía ser mucho mayor, con una decena de trabajadores atrapados.

Un minero estaba en otro tajo y murió por ayudar a los atrapados

Tras los primeros momentos de caos y desconcierto, y una vez desmentida oficialmente la presencia de varias personas atrapadas en el interior de la explotación, varios mineros aseguraron que al detectar la quiebra de la bolsa de gas, trabajadores de otros tajos acudieron a la zona del siniestro para tratar de ayudar a sus compañeros. Uno de ellos se cuenta entre los fallecidos.

A primera hora de la tarde comenzaron a llegar a la zona los familiares de los trabajadores del pozo gordonés. También los de las víctimas. Las desgarradoras escenas de dolor se sucedieron, mientras los compañeros de los seis fallecidos guardaban silencio, con los dientes apretados y los ojos arrasados por las lágrimas.

Ademas de José Luis Arias y de Orlando González, el traicionero grisú se llevó por delante la vida de Carlos Pérez, un leonés de Bembibre. Estaba casado y tenía una hija de 16 años y un niño de 13. Residía en la capital de la provincia. Otro de los fallecidos es Manuel Moure, de Ciñera de Gordón. De 39 años de edad y apasionado de la montaña, había sido padre por primera vez hace escasas semanas. Antonio Blanco, de 42 años y vecino de Robles de la Valcueva, en Matallana de Torío, también perdió la vida ayer en la mina de la Hullera Vasco Leonesa. Estaba a punto de jubilarse. En Fontanos, una localidad del valle del Torío, residía Roberto Álvarez, que, a sus 35 años, es el más joven de las víctimas de una tragedia minera que ayer sacudió a la comunidad vecina.

El Juzgado de instrucción número 1 de León ha abierto una investigación para conocer las causas del accidente registrado en el pozo Emilio del Valle, según informó el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León. Tras el accidente, una magistrada del Juzgado de guardia, acompañada de dos forenses, se trasladó al pozo para identificar a los seis muertos. El Instituto de Medicina Legal de León practicaba anoche las autopsias de los fallecidos.

Comisiones Obreras y el SOMA-UGT han convocado para hoy un paro general en toda la minería del país en señal de duelo por la tragedia de León. Ambos sindicatos también han anunciado una concentración, a mediodía, frente al Ayuntamiento de La Pola de Gordón.

El presidente de la Junta de Castilla y León, el popular Juan Vicente Herrera, ha declarado tres días de luto oficial en toda la comunidad autónoma por el fatídico accidente minero.