Detrás de Aladino Fernández se proyectaba un plano de Oviedo en el que las áreas de expansión de la capital dentro y fuera del municipio resaltaban como grandes manchas rojas envolviendo al casco urbano. Con esa escenografía desgranó ayer el geógrafo su teoría crítica sobre el modelo de crecimiento "probablemente desmedido" que la capital adoptó desde los últimos noventa. Sostiene que la bonanza económica edificó una "ciudad nueva" sobre cimientos más "comerciales y de negocio" que de funcionalidad o reparto de usos, abrazando un paradigma que, a su juicio, se articula en abierta contradicción con "los postulados básicos del urbanismo tradicional". La ocasión para la discusión la ponía el "Foro de debates sobre regeneración urbanística y territorial integrada", un ciclo alentado por el Grupo de Estudios Jurídico-Sociales sobre Territorio y Desarrollo Sostenible de la Universidad de Oviedo y dedicado en su sesión de ayer a la aplicación de la perspectiva del urbanismo regenerador sobre la expansión de la capital. El geógrafo, que confluyó en la vía crítica con otros especialistas y con representantes de asociaciones vecinales asistentes al coloquio, remató su intervención con una propuesta de "reorganizar" el paradigma para "controlar el crecimiento hacia municipios más débiles en lo tocante a su normativa urbanística".

Para entonces, Fernández había reprobado ya que la dilatación de Oviedo en todas direcciones haya impulsado un desarrollo "muy dinámico fuera de su término municipal, aprovechando el suelo llano, poco ocupado y barato de Llanera y Siero", y también que esa versión extendida de la capital -"la ciudad de Asturias con mayor crecimiento no sólo en volumen de vivienda nueva y número de habitantes, sino también en actividades"-, se haya ejecutado "rompiendo las costuras de todas las partes de la ciudad, del casco histórico a la urbe decimonónica o industrial". El profesor de Geografía cita la planificación del Oviedo antiguo como paradigma de la entrega al lucro y llama la atención sobre la paradoja de que sean los equipamientos culturales -el Museo de Bellas Artes- "los que derriban la ciudad histórica para agrandarse". En cuanto a la ciudad "industrial", "la del ferrocarril", el crecimiento "desorbitado" acabó por despertar a "los ingenuos que pensamos que el estrecho corredor de hierro dejaría paso a un carril peatonal y de bicicletas".

Por ahí se interna el geógrafo en uno de los puntos nucleares del futuro urbanístico de Oviedo, el solar la Fábrica de Armas, desembocando en su idea de transformarlo en punto de partida de una senda ciclopeatonal que "aproveche la vieja caja del ferrocarril, porque aún es posible", y conecte los "pulmones" de la ciudad con el casco histórico.

Siguiendo los cuatro puntos cardinales de la difusión urbana, Fernández concluye que "cuando se prima el negocio, se olvidan las infraestructuras y los equipamientos" y así emergen las "áreas de crecimiento incomunicadas" como la "franja Norte", que va de La Corredoria a San Claudio, y un corredor Sur, de Villafría a Montecerrao, aquejado ya de "principio de saturación".

A la pregunta por salida que daría la Ronda Norte a la congestión de la falda del Naranco asiente Fernández y discrepa el arquitecto Arturo Gutiérrez de Terán, que expone sus dudas sobre la necesidad de una circunvalación que por definición "salva la ciudad", la evita, cuando aquí "hay un problema de comunicación de esos barrios con el resto de la ciudad". El arquitecto mira al futuro abordando la centralidad de una "Y" transformada en su tramo de acceso a Oviedo "en vía realmente urbana, con aire no de autopista, sino de ciudad".

"Nos falta legislación"

Pero Gutiérrez de Terán no entenderá ese porvenir sin una apuesta decidida por la planificación urbanística regenerativa y rehabilitadora, una corriente que pretende legislar el futuro de las ciudades pensando no en el crecimiento sino en lo ya construido, basándose más en los procedimientos para perfeccionar lo ya existente que en nuevas estrategias de expansión del espacio edificado. Para caminar en esa dirección, no obstante, "nos falta legislación. En Asturias tenemos 78 planes urbanísticos previstos para el crecimiento". En ese contexto, la propuesta que el arquitecto expuso en el debate -en el que también intervinieron su colega Rogelio Ruiz y la catedrática de Derecho Administrativo Rosario Alonso- es un giro sobre lo existente que sugiere incluir en el entramado urbano "los usos y actividades compatibles con la ciudad en lugar de largarlos a polígonos industriales. ¿Qué pinta una escuela de hostelería en un polígono?", se cuestiona. "Nos han quitado los cines de la ciudad y ahora vamos a la ciudad en coche".