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La discreción del ingeniero de letras

El peso mediático andaluz, contra el pragmatismo teórico asturiano

La discreción del ingeniero de letras

Ponerle a Javier Fernández la medalla de oro de la conferencia política del PSOE sería exagerar. Su posición de presidente autonómico le situó en el primer plano durante todo el fin de semana madrileño. Siempre a la vera de Alfredo Pérez Rubalcaba, fue la muleta imprescindible del secretario general. El presidente asturiano no buscaba esa medalla, no pretendía pelearla. Prefiere ganar en las segundas lecturas, las que hablan de políticas y teoría frente al espectáculo. Es jugador de equipo, centrocampista de brega. Buen toque de balón, pero sin gambetas ni adornos. Eso, para las estrellas. Y al gran debate socialista ya había quien llegaba con esa etiqueta: la andaluza Susana Díaz.

Un vistazo a sus discursos de la inauguración aclara conceptos. Ella, peleona, con España y su unidad en la boca, con Cataluña en el punto de mira y referencias al liderazgo en el PSOE, a que "hemos hecho mal las cosas". Javier Fernández buscó otra vía. La teórico-ideológica, el mensaje profundo. No aparecieron las siglas PP, tampoco la palabra Cataluña, ni mucho menos Rajoy. Salían en el catálogo de ideas, pero no las usó. Habría sido una renuncia al pragmatismo.

Al presidente del Principado le va mejor el discurso político que el institucional. Luce en la tribuna cuando modula la voz, cuando va sin papeles. Ni una triste chuleta, ni un mal esquema llevaba el sábado para su actuación de 17 minutos. Estructura sus intervenciones de memoria. Sin apuntes. Combina el esquema mental de ingeniero con su espíritu de literato, decenas y decenas de lecturas. Cita a Neruda y a Gabriel Celaya. Pocos se dan cuenta, aunque sonríe cuando le caza un militante. Bebe de Toni Judt.

Encadena argumentos y recoge aplausos, levanta el tono y la voz se quiebra. Falla, pero sigue adelante. También habla de España y del modelo de nación socialista. La audiencia en pie, 2.500 aprobaciones rotundas. Es un griterío de público fácil, claro, pero la andaluza no los encendió tanto, aunque la interrumpieran más veces. Javier Fernández dice que vale, que ya no más, con esa mano derecha solicitando calma. No es pudor ni modestia, es que evita perder el hilo y así no puede seguir adelante.

Ayer, domingo. El día del balance. Javier Fernández atraviesa el enorme vestíbulo del Palacio de Congresos en el Campo de las Naciones. Va al set de la televisión oficial. LA NUEVA ESPAÑA hace el marcaje. En una esquina, la delegación andaluza canta en grupo. La "Internacional" y otros éxitos. Fotos y más fotos. Griñán, Susana Díaz..., son la banda más numerosa, la Federación con más poder, socialistas con pedigrí. El presidente asturiano lo sabe. Mira de reojo. No pasa nada. Asume no tener el foco permanente, hasta lo agradece. Le reconforta el peso de su opinión en la casa sin que nadie mida en cuántas fotos aparece. Avanza por la estancia tras un ayudante. "¡Javier, una foto!", fenómeno fan a los sesenta y tantos. Se estrecha el pasillo y se convierte en un Messi de aeropuerto, en Cristiano a la puerta del hotel. Ni diez minutos de tele y se acaba. Hay cruce de turno con Susana Díaz. Abrazo. Es breve, ella también da entrevista. No aprietan mucho en el canal institucional.

Javier Fernández vuelve a casa satisfecho. Los suyos han trabajado, han presentado sus enmiendas y las han debatido. Unas cuantas prosperan. En adelante, los candidatos socialistas a elecciones autonómicas podrán salir de primarias abiertas si lo pide la federación territorial. Los asturianos lo pidieron en la conferencia política, así que al ingeniero de minas mierense igual le toca para 2015 pasar por allí. No dice ni sí ni no, tampoco siquiera si será candidato. Lo damos por hecho.

En lo propio, también sale con fuerza. Llegaba la conferencia con muchas dudas sobre Rubalcaba y su liderazgo. El equipo de mando, Javier Fernández incluido, paró el ruido de sables y retrasó la apertura del proceso de primarias. No querían polémicas adyacentes. Las espadas se afilan, pero al menos no se mancharon de sangre estos días. Y el enorme conflicto con el PSC pasa casi de puntillas, con muchos mensajes ideológicos, lástima no escuchar un "Cataluña somos todos", peticiones de unidad en España y ruegos al PSC de que vuelvan, que su sitio no está con los nacionalistas. Pere Navarro escucha y ayer, ya con el cierre encima, tuvo que levantarse y saludar cuando el mensaje españolista desbordó el discurso de Rubalcaba.

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