Valdés recibió el puente de la Constitución con algo así como una bomba. Benjamín Alonso y Miguel de la Uz, vecinos de Cadavedo, empezaron a notar que «algo raro» pasaba por la zona a las diez de la mañana. Salieron de su casa y vieron el despliegue. «Un accidente», pensaron. Operarios de conservación de Carreteras señalizaban un corte en la Autovía del Cantábrico, principal vía de comunicación entre el occidente y el centro de la región. Mientras, la Guardia Civil tomaba este núcleo rural, uno de los más turísticos de Valdés. Un accidente de un camión cisterna cargado con 20.000 kilos de gas natural licuado fue el origen de un suceso que obligó a activar un plan de emergencia especial por explosión durante diez horas. La autovía y la vía férrea estuvieron cortadas de diez a ocho de la tarde, lo que ocasionó retenciones kilométricas. Fueron diez horas de tensión.

El conductor del camión cargado de gas, L. M. C., de 54 años, circulaba por la Autovía del Cantábrico de madrugada, en dirección a Oviedo, cuando perdió el control del vehículo cerca de Cadavedo. Se llevó por delante la mediana y volcó en el carril contrario. L. M. C. salió de la cabina ileso y dio la primera voz de alarma. Transportaba mercancías peligrosas y no conocía el estado de la cisterna. En un primer momento no se observaron golpes o fisuras importantes en la cuba. Pero esta valoración precipitada, hecha de madrugada y en el inicio de un día de puente, no fue acertada. Sí que había peligro.

Seis horas después, la Autovía del Cantábrico y la línea férrea que comunica Ferrol con Gijón se cortaron por riesgo de fuga de metano (principal componente del gas natural licuado). La A-8 se cortó entre los núcleos de Ballota y Cadavedo, lo que obligó a desviar el tráfico (más denso de lo habitual por ser día de fiesta) por la «vieja» nacional 632. El Plan de Emergencias de Transporte de Mercancías Peligrosas en situación 0 se activó a las diez de la mañana. El operativo especial vigilaba una fuga que no estaba controlada. Mientras, personal médico levantaba un hospital de campaña en Ballota.

No hubo que lamentar daños humanos, pero la solución tardó en llegar diez horas. El mismo tiempo que se mantuvo la situación de emergencia. La cisterna quedó inmovilizada a la espera de un técnico especialista que tuvo que viajar de urgencia desde Barcelona a Asturias. La empresa de transporte de mercancías HAM, con sede en Badalona, fue la encargada de dirigir el operativo especial, en colaboración con el gabinete de crisis que se activó en el Principado. En él participaron varias consejerías, además de la Delegación del Gobierno, Demarcación de Carreteras y Bomberos de Asturias.

A las 15.55 horas, el Plan de Emergencias de Transporte de Mercancías Peligrosas marcaba un nuevo grado: situación 1. La tensión en el pueblo fue creciendo. A la misma hora llegó el primer desalojo. Se ordenó trasladar a 30 vecinos del barrio de La Rapa de Cadavedo a una zona segura. Amelia Martínez se resistía a dejar su casa. «Yo no me quiero ir, pero bueno, si viene la Guardia Civil no les vamos a decir que no». Su vecina, Oliva de la Uz, buscaba a su mascota, una gata, con el fin de dejarla en casa, «por lo que pueda pasar».

En la carretera, los trabajos para comprobar cómo era la fuga continuaban. A las cuatro de la tarde se tomó la decisión de evitar en lo posible mover la cuba. Se trataba de evitar riesgo de explosión. En un operativo «complicado», según el consejero de la Presidencia, Guillermo Martínez, se decidió trasladar la cisterna y se descartó la que hasta entonces era la primera opción, evacuar el gas en el mismo lugar del accidente. Los técnicos optaron por controlar primero la pequeña fuga para después levantar la cuba y dirigirla a Arcelor, enVeriña.

Los vecinos bromean con un suceso «que nos coloca en el mapa»

Los vecinos fueron alojados en las escuelas de Cadavedo. Constantito Villar, vecino de La Rapa, no tenía miedo a un explosión. «Más que otra cosa te trastoca los planes». En su caso recibió una visita que no pudo disfrutar como quisiera. Su hija, Verónica Villar, y sus nietas, Luján y Leire Cano, residentes en Oviedo, pasaban su primer día de puente en Cadavedo. «Teníamos pensado hacer otras cosas, pero ahora tenemos que estar pendientes de lo que pasa», decían. La familia pasó la tarde en las escuelas a la espera de unas noticias que no llegaron a las ocho de la tarde, cuando pudieron volver a sus hogares.

Benjamín Alonso y Miguel de la Uz también hicieron guardia cerca de las escuelas. Las explicaciones de los voluntarios de Protección Civil fueron determinantes para su tranquilidad. En su caso estaban más preocupados por el tráfico que soportó el núcleo desde las diez de la mañana que por los 20.000 kilos de gas natural licuado de la cisterna, que estaban a escasos kilómetros. «Hacía décadas que no veíamos el pueblo con tanto coche. Esto nos recuerda a otros años», dijo Benjamín Alonso. La antigua carretera N-632 es poco transitada. Con llegada de la carretera de la costa primero, y la Autovía del Cantábrico después, Cadavedo no conoce retenciones y mucho menos el ruido que generan el paso continuo de vehículos circulando por la mitad del pueblo.

Ángeles Pérez estaba preocupada por el transporte público. Vecina de Cadavedo, esperó en la parada de autobuses para preguntar por los nuevos horarios a Gijón. Pero se tuvo que ir sin respuesta. El transporte de viajeros no llegó a la hora. Ignacio Romero, a su lado, se quejó de la falta de información sobre un suceso que convirtió a Cadavedo en un punto negro de las carreteras asturianas en plena operación salida. Los controles de la Guardia Civil, en los dos glorietas de entrada y salida a Ballota y Cadavedo, no pasaron desapercidos para los turistas. Algunos optaron por parar a preguntar qué ocurría.

El núcleo es uno de los más turísticos de Valdés. El tráfico se restableció a las ocho de la tarde, a la misma hora que se optó por dejar a los vecinos volver a sus casas y cuando el Principado dio por desactivado el plan de emergencia. Para entonces, María Jesús Villar y María de la Salud Villar, vecinos de Cadavedo y ambas con más de 70 años, ya habían vivido el susto de sus vidas. Cadavedo fue el centro de atención durante diez amargas horas. Tras dar con la solución, algunos intentaron bromear con el suceso: «Volvió a colocar a Cadavedo en el mapa».