A Agustín Rodríguez Álvarez le llaman "Jarabo" por una truculenta historia en la que se vio envuelto de forma circunstancial y que, de una manera u otra, le marcó la vida. José María Jarabo, un madrileño de buena familia, cometió uno de los crímenes más famosos de la época del franquismo. En 1958 asesinó, a sangre fría, a dos socios de una casa de empeños, a las esposas y a la criada de uno de ellos, para tratar de recuperar una joya que, previamente, había empeñado sin el consentimiento de su propietaria, una de las muchas amantes que tenía. El problema para el sereno de Cangas del Narcea es que cometió los crímenes con su pistola.

"Yo conocía al hombre. Era de buena familia. Su tío era magistrado del Tribunal Supremo y luego llegaría a ministro. Parecía un buen tipo, yo no me lo podía creer cuando me enteré de todo", relata. El caso es que Agustín Rodríguez hizo amistad con José María Jarabo y, cuando el primero iba a abandonar Madrid para volver a Cangas del Narcea se lo comentó. "A veces está uno mucho mejor callado", se lamenta con evidente sinceridad. "Le dije que viniera a verme a Cangas del Narcea si algún día pasaba por allí. Así hablando, él me dijo que si le vendía la pistola. Me pareció bien y acordamos arreglar los papeles cuando yo volviera a Madrid, que tenía previsto hacerlo en unos meses".

En cuanto ocurrió el crimen y se identificó el arma, Agustín Rodríguez fue detenido. "Estuve incomunicado una semana. Ya en Madrid estuve en la cárcel de la dirección, en Carabanchel y en la de los juzgados. Me juzgaron por venta ilícita de armas y todo me trajo muchos disgustos y perder mucho dinero".

José María Jarabo fue condenado a morir a garrote vil. En la época se especuló con que, dada su posición, saldría libre, pero el régimen buscó dar ejemplo con él en un ajusticiamiento que paralizó el país.

Sin embargo, el cangués salió absuelto debido a los contactos que había hecho cuando fue sereno. "Alejandro Rodríguez de Valcárcel (abogado del Estado y destacado político del franquismo) fue el que me sacó. Lo conocía, y él a mí, porque vivía en la calle Zurbano, era muy buena persona. Y el magistrado en la Audiencia también me echó un cable porque una vez le había ayudado a cambiar una rueda de un coche. Así es la vida", relata Agustín Rodríguez con gesto sombrío.

El mote de "Jarabo" se lo pusieron sus compañeros del taxi en Cangas del Narcea. En un programa de las fiestas del Carmen sacaron una foto de él con la leyenda: "Coche de alquiler y gran turismo "El Jarabín"". Fue tan célebre el asunto que un juez de Cangas del Narcea le llamó un día para charlar y preguntarle cómo se había librado de los cargos; cuando Agustín Rodríguez le explicó los motivos, el juez exclamó: "¡No, claro, intermediando esos señores. Mira tú qué leche!".

"Jarabo", el de casa Simón de Saburcio, casado en casa La Ancaresa de Agüera de Castañedo, aceptó su mote. Pero es bien cierto que sólo deja de sonreír cuando recuerda este episodio.