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El mar vuelve a por el kraken de Luarca

Cepesma anuncia el fin del Museo del Calamar Gigante después de que el oleaje destrozase el edificio y se tragase o inutilizase su colección, valorada en dos millones de euros

El mar vuelve a por el kraken de Luarca

Aguantó hasta las cuatro y media de la madrugada en el Museo del Calamar Gigante hasta que vio que el centro no se salvaba. Luis Laria observaba a esa hora el oleaje, las olas de unas dimensiones pocas veces vistas en Luarca que amenazaban con llevarse una colección de calamares gigantes única en el mundo y propiedad de la Coordinadora para el Estudio de las Especies Marinas (Cepesma), de la que Laria es gerente.

No era la primera vez que el mar embravecido sorprendía a Laria en este museo, inaugurado en 2010. Lo hizo aquel mismo año, sólo cinco meses después de la inauguración, y también en 2011. En ambas ocasiones se produjeron marejadas fuertes que pasaron la frontera del Muelle Nuevo de Luarca para estampar con fuerza el agua marina contra las paredes de un museo que parece condenado a desaparecer. Pero lo visto ayer "no lo esperábamos. Es verdad que era cuestión de tiempo, estamos en un sitio que no es el adecuado, pero nunca pensamos que se iría todo al mar", lamenta Laria.

Con las embestidas de las olas gigantescas en la madrugada del domingo se acabó el Museo del Calamar Gigante, asevera Laria. La colección que guardaba este antiguo almacén de pescadores, tragada de nuevo por el mar o inutilizada, está valorada en dos millones de euros. Es única en el mundo y su valor lo certificaron al otro lado del Atlántico, donde se interesaron por comprar varios ejemplares de calamar gigante. La venta no se materializó porque Laria deseaba convertir a Luarca en el sitio del "Kraken" de las novelas de Julio Verne. Ayer lamentaba no haber cerrado la operación: "Tal vez Cepesma tenía que haber vendido en su momento todo cuando pudo".

El agua se llevó por delante todo el material de la planta baja del museo y parte de la primera, donde se encontraban los ejemplares de calamar gigante. De la planta baja, a primera hora de la mañana sólo quedaban cables colgando. Arriba, los paneles informativos que un día antes informaban sobre calamares gigantes, especies abisales y movimientos de aguas oceánicas se apilaban entre los escombros. Al fondo de la misma estancia, vistas al mar. El fuerte oleaje abrió un boquete de las mismas dimensiones que la altura de la planta, como si hubiese estallado un obús. "Increíble", decían los curiosos que se acercaron a primera hora de la mañana al Muelle Nuevo. Las visitas sin control a las destrozadas dependencias duraron poco. Agentes de la Guardia Civil y del Cuerpo Nacional de la Policía se encargaron de evitar el acceso a las instalaciones y en general, a la zona del Muelle Nuevo luarqués para evitar sustos. Voluntarios de Cepesma recogieron entonces el poco material museístico que quedó intacto. El agua movió una buena parte de lo que guardaba el museo a la explanada del muelle. Allí podían verse restos de las recreaciones de animales de mar "que con tanto cariño guardamos". Después de 20 años de trayectoria, la coordinadora, sin ánimo de lucro, no tiene cómo financiarse. Pende de un hilo.

"Pasó lo que se sabía que iba a pasar", insistía Laria, en un día triste para la villa luarquesa. La valoración de los daños en el edificio que rehabilitó en 2010 el Principado se realizará estos días. El equipamiento museístico "es algo irrecuperable". En Luarca tienen especial apego a este museo porque es uno de los distinguidos de la villa. Lo que allí se conservaba no tiene igual en el mundo. La colección de calamares gigantes que un día poblaron el mar motivó la visita de científicos reputados de España y del extranjero. Asturias se queda sin este equipamiento que necesitó una cuantiosa inversión: para convertir en sala expositiva sus 900 metros cuadrados, 1,3 millones de euros; para dotarlos de contenido, 200.000 euros. Y a ello se suma el gran valor de los calamares gigantes que antes de llegar al Muelle Nuevo pasaron por otras tres salas.

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