El Ministerio de Fomento pretende reducir a la mitad el trasvase hídrico desde la cuenca del Duero a la cantábrica provocado por la excavación de la variante de Pajares y que, en algunos momentos, según técnicos que participaron en las obras, superó los 180 millones de litros al mes. Para ello, el ADIF tiene previsto llevar a cabo diversas actuaciones en los ríos y acuíferos leoneses afectados, con el objetivo de que su caudal no siga filtrándose por las entrañas de la Cordillera en dirección a unos túneles que, de media, discurren a 800 metros de profundidad.

El Alcedo es uno de los cauces en los que está decidido intervenir. Se trata de un arroyo del norte de León que desde 2009, debido a las obras del nuevo acceso ferroviario a Asturias, desagua en las profundidades de los túneles en lugar de en el río Bernesga. Este cauce, afluente del Casares, tiene un caudal de entre 30 y 100 litros por segundo que se filtra de forma masiva al interior de los tubos.

Tal y como adelantó LA NUEVA ESPAÑA el pasado día 16 de febrero, el plan de Fomento para minimizar las filtraciones de agua a los túneles de la Variante incluye, además de un sellado especial diseñado por el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), diversas intervenciones para minimizar las afecciones en los acuíferos de la provincia de León que han generado graves problemas de abastecimiento en núcleos rurales del entorno de Villamanín. Según explica uno de los técnicos que dirige la actuación, en estos momentos sale del interior de los tubos un chorro de agua de unos cuatrocientos litros por segundo, lo que equivale a doce hectolitros cúbicos al año. De ellos, alrededor de ocho hectolitros cúbicos -casi el 70 por ciento- provienen de los cauces leoneses afectados por la excavación. Los expertos consideran factible que con las obras de refuerzo en los cauces leoneses se pueda evitar la filtración de entre 4,5 y 5 hectolitros cúbicos cada año.

La acción de las tuneladoras en la Cordillera durante el periodo de excavación provocó una depresión generalizada del nivel piezométrico (altura de la superficie del agua) en los acuíferos que cruzan los túneles, causó pérdidas en las descargas naturales hacia manantiales y redujo los caudales base de ríos leoneses, que, en algunos casos, bajaron a la mitad. A consecuencia de ello, localidades como Rodiezmo se quedaron sin abastecimiento durante meses. Un factor fundamental que explica el grave problema del agua en la Variante es la karstificación del terreno, muy importante en algunas zonas y en determinadas formaciones perforadas por los "topos". Así, por ejemplo, la karstificación es la responsable de varios golpes de agua registrados durante la ejecución de las obras y también del rapidísimo descenso de los niveles piezométricos que se registró al paso de las tuneladoras por determinadas formaciones calcáreas. Además, generó sumideros que conducen directamente el agua de arroyos al interior de los tubos. La Variante se perforó entre formaciones permeables (acuíferos) e impermeables (acuífugos), que se suceden y repiten a lo largo de la traza, lo que explica que las entradas al túnel se produzcan únicamente en tramos concretos y no en toda su longitud.

En primera instancia, y una vez detectado el trasvase de los ríos leoneses hacia Asturias, el Adif estudió la posibilidad de instalar un sistema de bombeo con el objetivo de devolver a la Meseta los miles de litros de agua que pasan a Lena a través de los túneles. Sin embargo, esa posibilidad quedó definitivamente descartada por su alto coste económico. Tampoco parece haber prosperado la propuesta lanzada por algunos técnicos que participaron en la obra de utilizar como desagüe el tubo que no entrará en servicio en primera instancia.

El Adif trabaja ahora en una triple línea de actuaciones. Por un lado, en el refuerzo del trasdós -que es el hueco de unos 200 milímetros de grosor por el que está entrando el agua al interior de los tubos- con un material especial diseñado por el CSIC y que ya ha sido probado con éxito en la galería intermedia de Buiza. Por otro, en la instalación de láminas impermeables en aquellos puntos en los que las filtraciones son más relevantes, y, en tercer lugar, en el diseño de actuaciones en superficie para minimizar la afección en los ríos leoneses.