Su hijo, José Luis Fernández, un joven calderero y soldador desempleado desde 2011, la llevó ayer tarde a ver el bravo espectáculo del mar Cantábrico. Y allí, en el puerto de Viavélez, ante la pleamar en acción contra la punta Lleitavida, asustada dentro de una capucha, Blanca Esther Álvarez sentenció: "Si uno no le tiene miedo a esto, no le tiene miedo a nada". Con razón lo decía. Ayer volvió a repetirse un temporal marino como el que hace un mes azotó la costa asturiana y que dejó destrozos valorados en 12 millones de euros. De nuevo el mar hizo una grandiosa exhibición, con olas de 11 metros, según las mediciones en Cabo Peñas. Hubo vientos de 142 killómetros por hora. El agua volvió a invadir paseos y calles litorales, a comerse muros portuarios. Ahora toca hacer la factura de un nuevo despliegue marino que llevó a decenas de asturianos a acercarse apresurados a la costa a partir de las seis de la tarde, citados por la pleamar. Casi todos abrían la boca en cada salto de ola y levantaban el brazo para meter en su móvil, en forma de fotografía, otro golpe de mar. Para hoy, a media tarde, el temporal remitirá.

Este es el parte provisional de daños. En Cudillero, la fuerza del temporal volvió a derrumbar otros 30 metros de un dique ya había perdido otros cincuenta en el anterior temporal. En Salinas, las olas se zamparon literalmente las dunas de la playa de San Juan e invadieron el paseo. En Gijón, se tuvo que suspender el Carnaval porque la marea se adentró en la ciudad obligando a cortar el paseo del Muro y, en Ribadesella, el río Sella se desbordó provocando la inundación del puerto y del paseo Princesa Letizia y la calle Marqués de Argüelles. En Viavélez (El Franco), el mar destrozó parte del asfaltado del puerto y un muro de protección, cuya ausencia causó la inundación de un local de hostelería. En Luarca, el temporal provocó un socavón en la carretera que comunica las playas y cerró el paseo del muelle. En Puerto de Vega, las olas tiraron otros cinco metros de muro, hubo desperfectos en la fábrica de hielo de la cofradía de pescadores y daños en la explanada nueva del muelle. En Navia se desbordó la ría. En Tazones, el agua arrancó parte de la pasarela de la localidad y la barandilla del muelle de Playa España. En Rodiles, la mar entró hasta el eucaliptal y en El Puntal volvió a anegar bajos y garajes y el campo de Villaviciosa.

La flota pesquera, por su parte, sumó ayer otra jornada de pérdidas y permaneció ayer amarrada. Guillermo Martínez, portavoz del Gobierno, se acercó hasta Cudillero y pidió a todos los ciudadanos que extremen todas las precauciones posibles a la hora de acercarse a la costa.

El temporal, que también obligó a cerrar nueve puertos de montaña por la nieve, provocó varios cortes de carretera en los concejos de Avilés, Muros del Nalón, Cudillero, Colunga y Ponga. La línea de Feve con Santander se mantuvo cerrada por un argayo al igual que la carretera nacional N-632, que quedó cortada entre Soto del Barco y Muros del Nalón por acumulación de árboles caídos. El Servicio de Emergencias del Principado de Asturias contabilizó a las siete de la tarde de ayer 70 incidencias de carácter leve.

La alerta roja que se prolongó hasta casi el amanecer pues a las 6 de la madrugada se esperaba otra pleamar. Hoy el riesgo extremo disminuirá y habrá alerta naranja. Afortunadamente, al cierre de esta edición, no hubo que lamentar daños humanos. Sólo dos sustos: una mujer que tuvo que ser rescatada en Llanes tras ser arrastrada por las olas y, en Luanco la Policía tuvo que desalojar a una familia de seis miembros por la crecida del agua en la zona de la Ribera, la misma que quedó destrozada hace semanas.

La imagen que todos buscaban para sus móviles o sus cámaras fotográficas, esa explosión del agua salada contra el paseo litoral o contra las rocas de los acantilados, se repitió de un lado a otro de la región. En varias villas y miradores costeros de Asturias, empezó a notarse la afluencia de numerosos vehículos para asistir, en torno a las seis de la tarde, al espectáculo de la galerna que anunciaban los meteorólogos. En la bajada a Vialévez, por ejemplo, había que dejar el coche a la orilla de la carretera varias decenas de metros antes del puerto.

En Tapia, el fuerte oleaje convertía todo el puerto en un contínuo de espuma; la fuerza del mar arrancaba la arena del fondo y la dejaba suspendida en manchas amarillas sobre el blanco batido de las olas. Mientras, el sol iba escondiéndose anaranjado al Oeste, sobre la línea de costa de la Mariña lucense. La gente, apiñada, no dejaba de hacer fotos y resguardarse a la vez. Algunos de los propietarios de los locales de copas del puertos temían, cariacontencidos, que la fuerza del mar volviera a provocar destrozos en sus negocios. En el puerto tapiego, a ratos con una fuerte lluvia de cara, muchos vecinos seguían pasmándose con la fuerza del mar reventando contra los espigones de protección del puerto.

La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) mantiene para hoy la alerta amarilla y naranja por fenómenos costeros en el litoral oriental y occidental, donde se esperan olas con una altura significativa de siete a ocho metros, que irán disminuyendo hasta los cinco metros a lo largo del día. Las rachas de viento en la cordillera se mantendrán en 130 kilómetros por hora hasta las nueve de la noche y disminuirán a cien kilómetros el resto de la jornada. En el litoral oriental, continuarán las rachas de 120 km/h hasta las 21.00 horas quedando posteriormente en 100 km/h.

El Cantábrico desplegó ayer todas su fuerza y encanto. Y también sus peligros. Los mismos que percibieron cuantos circularon en torno a las ocho de la tarde por las carreteras asturianas, azotadas en algunas zonas como la Autovía del Occidente por fuertes rachas de viento y trombas de granizo.