Manejar una aspiradora automática o comprar un billete de tren en una máquina automática no es pan comido para los adolescentes españoles. El último informe internacional PISA desvela que los estudiantes de 15 años presentan importantes carencias al solucionar los problemas cotidianos en comparación con los del resto de países desarrollados que pertenecen a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), al obtener una calificación de 477 puntos, 23 menos que la media. Los resultados, publicados ayer, levantan recelos entre los pedagogos y docentes asturianos, que atribuyen una mayor competencia en habilidades prácticas a los jóvenes de la región. No obstante, coinciden en que es necesario introducir cambios en la metolodología del sistema educativo para propiciar un "aprendizaje más adaptado a la realidad".

El apartado sobre habilidades prácticas del informe PISA mide la capacidad de los chicos de los 28 países de la OCDE para realizar acciones tan habituales como manejar el mando que activa un aparato de aire acondicionado, la adquisición de un tique ferroviario a través de internet, el funcionamiento de un robot preparado para aspirar la casa o el uso de un dispositivo MP3. Los españoles salen bastante mal parados de estas pruebas, realizadas por ordenador, al situarse en el puesto 23 de una lista encabezada por Singapur (562 puntos), Corea del Sur (561) y Japón (552); bastante por detrás de Reino Unido (517), Francia (511), Italia (510), Alemania (509), Estados Unidos (508) o Portugal (494); y con una puntuación similar a la de Rusia (489), Polonia (481), Eslovenia (476) o Serbia (473). Además, empeoran ligeramente la calificación que habían obtenido en 2003.

Los datos pormenorizados también arrojan resultados mediocres. PISA concluye, por ejemplo, que nada menos que el 28,5 por ciento de los alumnos españoles de 4º de la ESO (Educación Secundaria Obligatoria) es incapaz de afrontar con éxito tareas cotidianas, frente al 21,4 por ciento de la media de la OCDE. Y tan sólo el 7,8 por ciento lo hace con brillantez, casi tres puntos menos que el cómputo global de los países que pertenecen a esta organización internacional. Por regiones, se han hechos públicos los números de Madrid (507), País Vasco (496) y Cataluña (488), con la muestra más representantiva para la realización del estudio estadístico.

"Nuestro país necesita un cambio radical de métodos docentes para que los alumnos no sólo memoricen, sino que apliquen los conocimientos a tareas prácticas complejas", señaló ayer la secretaria de Estado de Educación, Montserrat Gomendio, tras conocer los datos. La "número dos" del Ministro José Ignacio Wert aprovechó la ocasión para asegurar que la reciente reforma aprobada por el Gobierno (LOMCE) apunta en esa dirección. "Es importantísimo que el profesorado lidere el cambio real en todas las aulas", añadió.

Mucho menos contundente fue la reacción de los especialistas asturianos en enseñanza, que pidieron analizar los datos con "sensatez y sin dejarse llevar por simplificaciones". "Hay que ser cauto a la hora de hacer una análisis global sobre los resultados, porque las diferencias con la inmensa mayoría de los países de nuestro entorno no son enormes, al margen de ocupar una posición más o menos buena en una clasificación", señala Juan Carlos San Pedro, decano de la Facultad de Formación del Profesorado y Educación de la Universidad de Oviedo. Además, destaca que "existen diferencias notables entre las regiones españolas y Asturias suele destacar positivamente en este sentido". Por eso, el dirigente académico pide "no caer en el alarmismo".

No obstante, San Pedro alerta de algunas deficiencias que lastran los índices de éxito de los alumnos. "Es significativo, por ejemplo, la relación directa que existe entre el nivel socioeconómico de los padres y el rendimiento escolar de sus hijos", explica. "Muchos niños parten un escalón por debajo por estas diferencias", prosigue. Y aboga por mejorar los aspectos prácticos del sistema. "Es preciso incidir en metodologías más activas y en un aprendizaje aplicado", resalta.

Para Valentín Martínez-Otero, España necesita "una estabilidad legislativa consensuada en educación". En este sentido, el profesor ovetense de Educación de la Universidad Complutense de Madrid considera imprescindible "un acuerdo esencial entre partidos" que evite que la normativa cambie según llegue al poder uno u otro partido. "Hay que invertir de manera suficiente en educación, apostar por unos programas acorde con los nuevos tiempos y las nuevas demandas. Nuestros alumnos cada vez están más tecnificados y, de alguna manera, la escuela en sentido amplio tiene que adoptar, gradualmente, nuevas metodologías y hacerse cargo de este nuevo signo de los tiempos", dice.

El docente, autor de varios libros sobre la educación, propone apostar más por la formación del profesorado. "Hay que valorarlo y estimularlo más, y exigirle por supuesto", apunta. Y añade: "La formación oficial del profesorado de Secundaria ha cambiado significativamente en los últimos años, puesto que ahora se demanda un máster que, se supone, tiene una cierta consistencia frente al certificado de actitud pedagógica que se exigía hace unos años, que era un mero trámite. Quizá todavía no se haya podido evaluar su incidencia".

Martínez-Otero está convencido de que la clave de tanto resultado deficiente está en "el gran desconcierto que genera en la comunidad educativa el cambio constante de legislación". A lo que debe añadirse, indica, "la complejidad de la sociedad actual".

Benjamín Menéndez Martínez, profesor de Enseñanza Secundaria del Instituto Pérez de Ayala de Oviedo, está convencido de que la mejora de la enseñanza y de los resultados académicos "no se consigue con leyes". En este sentido, el profesor considera que la última reforma aprobada por el Gobierno central "parece renunciar a la equidad en el desarrollo de las competencias, al establecer itinerarios que, entre otras consecuencias, conducen a que unos alumnos estén destinados a desarrollarlas más y otros menos".

Menéndez asegura que la educación posiblemente ha sido el sector público español más desatendido en cuanto a su profesionalización durante las últimas décadas. "Aunque el profesorado ha participado de manera mayoritaria y continuada en procesos de formación y actualización, no mejoramos, y creo que lo que ha faltado, además de un tejido social que apueste de verdad por la educación, es el desarrollo de políticas educativas y pedagógicas consensuadas que sean sencillas, prácticas y eficaces, que ayuden al docente y lo profesionalicen", destaca. "Un docente centrado en qué enseñar y cómo -y no tanto en labores administrativas-, la reforma del currículo, de las prácticas de aula y de la gestión de los centros ya han demostrado ser las claves para mejorar en otros países", añade. "Con todo, hoy el reto es conseguir dar una formación que tenga como resultado personas más autónomas, con capacidad de liderazgo positivo individual y colectivo y sobre todo con capacidad transformadora para mejorar", remata.