El de Pedro Miguel Etxenique Lendiríbar (Isaba, Navarra, 1950) es un currículo con muchos guiones. Es un científico especializado en Física, actualmente catedrático en la Universidad del País Vasco y presidente del Donostia International Physics Center (DIPC), uno de los centros más avanzados en la materia. Antes fue muchas cosas más, entre ellas el primer consejero educación del Gobierno Vasco (PNV). En 1998 fue distinguido con el Premio Príncipe de Investigación Científica y Técnica por sus descubrimientos en el campo de la física, del que es un experto con prestigio mundial. A Etxenique, que está estos días en Oviedo invitado por Telefónica, tipo campechano y de discurso didáctico, casado y con dos hijas, le gustan muchas más cosas que la ciencia y la investigación. Le encanta el cine, jugar al frontón, ir a esquiar a Austria o a Los Dolomitas y la montaña. "Antes corría. Me hice el maratón de Nueva York y el de San Sebastián. Pero la rodilla ya falla y lo dejé", dice. "Ah, y leer. Me gusta leer".

-¿Qué lee?

-Acabo de terminar el último de Antonio Muñoz Molina ("Todo lo que era sólido"). Un libro que releo siempre es "Apología de un matemático", de Godfrey Hardy. Y ahora estoy con uno de creatividad. Tengo un debate con chefs y les quiero transmitir que la creatividad es la ciencia del arte.

-¿Y qué más es?

-Es tan difícil de definir como la grosería. ¿Cómo define usted a un tipo grosero? En cuanto lo tiene delante, lo reconoce. Creatividad es capacidad de ver conexiones diferentes, de ver sutilezas donde otros ven normalidad, de solucionar problemas sin recetas.

-¿Eso se puede enseñar?

-No. Sólo puede ser aprendida haciéndola junto a quien la hace bien. Pero lo que sí se puede hacer es intentar no destrozar esa capacidad intrínseca de mucha gente.

-¿Quién la destroza?

-Se está recortando demasiado en investigación. El largo plazo es esencial en las políticas investigadoras. Tener discontinuidad puede traer consecuencias irreversibles.

-¿Cómo notaremos los recortes?

-En el deterioro de la capacidad intelectual, creativa y competitiva de nuestra sociedad. De hecho, creo que ya lo estamos notando.

-¿Por ejemplo?

-Por ejemplo, ya estamos dispuestos a aceptar que se inviertan cantidades masivas de dinero en sacar del agujero a muchos que nos han metido ahí, y hablo del tema de los bancos. Se me hace imposible entender que sueldos obscenos recompensen a corruptos que han arruinado las instituciones. Alemania tiene un pacto de estado que garantiza el aumento de la inversión en educación e investigación. El propio Hollande (presidente francés) ha tenido que hacer recortes y no ha tocado la educación.

-¿Esto aquí por qué no pasa?

-No lo sé, no soy sociólogo. Igual porque tenemos una sociedad con un nivel de ética no altísimo. No soy experto, pero en el tema investigador no estamos actuando bien. La educación no sólo es el dinero. Es solidaridad con el futuro y equidad. Me sorprende que la sociedad no reaccione más fuertemente.

-¿Hay suficiente interés por la ciencia en España?

-A juzgar por los presupuestos, no. La sociedad sí valora y respeta y hay jóvenes investigadores muy buenos. No soy de los plañideros que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor. Hay gente muy buena que se merece tener oportunidades. De lo contrario, no sólo sería un despilfarro económico sino que estaríamos cometiendo una injusticia social. Les hemos pedido que se formen.

-¿En España se premia el talento?

-No. En la Universidad española no se trata diferente al que contribuye de forma diferente. Eso no sucede en otras sociedades.

-¿En cuáles?

-La anglosajona, por ejemplo. Pero le digo que es una intuición, que no soy experto sociológico.

-¿Le preocupa la fuga de cerebros de España?

-No, nada. Lo que me preocupa es no crear oportunidades para que, en libertad, puedan volver. Todos los talentos que tenemos deberían irse fuera para ver forma de hacer las cosas, para no enamorarse de sus propias ideas. Pero ese tiene que ser un canal de doble vía.

-¿Qué le parece el nivel investigador de Asturias?

-Muy bueno. La Universidad de Oviedo es una gran institución investigadora. Hay grandes grupos de nivel mundial. Es realmente admirable. Aquí hay grupos punteros en cáncer, en nanotecnología, en química. Si se normalizasen los presupuestos y esto se extiende a otras universidades españoles sería excelente.

-El Gobierno asturiano no fue capaz de sacar adelante los presupuestos para este año.

-La Universidad debería estar sujeta a un pacto de estado para que no le afecten las fluctuaciones políticas e ideológicas.

-El modelo científico y tecnológico vasco es uno de los referentes en España. ¿Cómo se podría aplicar a Asturias?

-El tejido industrial es distinto, pero en lo público estaríamos encantados de explicárselo a quien corresponda, pero no en una entrevista en un periódico. (Ríe).

-Inténtelo.

-Harían falta más fondos, más flexibilidad y atraer, retener, cuidar y sembrar el talento. Haría falta crear instituciones con una arquitectura institucional más flexible que pueda responder a los desafíos sin la burocracia tremenda del sistema funcionarial. Esa es una lección que se puede aprender del sistema vasco. Y luego el tema de los centros tecnológicos: hace falta un desarrollo armónico entre lo básico y aplicado. Pero sobre todo flexibilidad, huir de estructuras rígidas.

-Estamos en la sociedad de la información.

-Que es posible por la curiosidad de los científicos, que pretendieron entenderla y usarla para nuestros beneficios.

-Y estamos también en la sociedad de la inmediatez, que no es bueno para la ciencia.

-El sosiego es básico. Esta sociedad de la inmediatez puede traer malos efectos para la ciencia. Pero la ciencia sobrevive porque hay capacidad de adaptación.

-Usted fue político. ¿Qué tiene que ver la ciencia con la política?

-La política no puede ser el refugio de abogados y economistas. Debe ser un camino de entrar y salir con espacio para los científicos, literatos, artistas. Los científicos, por ejemplo, saben sacar lo esencial de problemas complejos.

-Soberanismo catalán.

-Si el Gobierno piensa que tiene un problema que se va a diluir ignorándolo se equivoca. La libertad de elección es un derecho democrático que también conlleva la obligación de pactar.

-¿Son importantes las elecciones europeas?

-El no votar no resolverá nada.

-Por cierto, preside el jurado del premio Príncipe de Investigación ¿ha llegado el momento de volver a dárselo a algún investigador español?

-Sí, sí, yo creo que sí. Este mismo año veo a algunos candidatos, alguno muy próximo a Asturias. El problema es que hay mucho nivel.