Uno de los primeros indicios que en 2013 dejaron vislumbrar que la recesión se retiraba en España fue el excelente balance del sector turístico. La reciente Semana Santa ratificó esa realidad. El turismo como paradigma. Nuestro PIB depende en gran medida de este sector y por ello todas las comunidades autónomas dedican buena parte de sus recursos a apoyarlo. ¿Todas? Lamentablemente, Asturias, no. Durante muchos años, hemos tenido gobiernos del mismo signo que pese a la continuidad no han sido capaces de tejer un proyecto mantenido en el tiempo.

Asturias cuenta con cualquier variable para lograr un turismo de calidad, afluencia, potencia económica y competitivo, si exceptuamos quizás el sol como reclamo. Pero como dijo Julián Marías, "en España no se dice lo que pasa, sino que pasa lo que se dice". Parece que por ser una región lluviosa, el turista no nos visita. No ocurre nada igual en ninguna parte del mundo.

Por eso, desde el Partido Popular nos hemos tomado muy en serio, sin brindis al sol, la necesidad real de hacer del turismo un sector clave en la economía de Asturias. Y esto sólo se consigue con hechos.

Nadie duda de que Asturias es un paraíso natural. Un lema real, pero que por su fuerza como idea ha impedido avanzar. Si no se convierte también en un paraíso de riqueza empresarial asociado a nuestros recursos naturales, culturales y sociales, seguiremos estáticos en una idea tan romántica como ineficaz tanto de la conservación como del aprovechamiento de nuestros recursos.

Desterremos tanta prohibición. Un amante de la pesca encuentra un paraíso en Irlanda, pero una reglamentación obsoleta en Asturias. Un cazador, visto por la progresía más obtusa como una figura elitista, en Extremadura o Castilla-La Mancha es mimado para que pueda practicar su deporte de manera que muchos municipios y explotaciones viven holgadamente de esta actividad.

Y si hablamos de prejuicios, qué decir del turismo religioso. Covadonga, referente internacional, languidece entre baches, desorden y desidia. En este punto, conviene recordar los esfuerzos de la ciudad Oviedo por impulsar ofertas turísticas en torno a la Catedral y sus reliquias. Las críticas recibidas desde algunos sectores hacen pensar que va por el buen camino.

Más ideas: ¿por qué no apostar por el turismo lingüístico de tanto éxito en otras comunidades? Asturias cuenta con ventajas comparativas, como, según los expertos, el castellano estándar que aquí hablamos, ajeno al fenómeno del bilingüismo. Tampoco tenemos la masificación de los lugares que frecuentan los jóvenes que llegan en verano a aprender nuestro idioma, como ocurre en Salamanca.

O podemos hablar del turismo para dependientes, que ha crecido de forma exponencial en los últimos años y no es estacional, la gran excusa para explicar resultados mediocres.

Sería prolijo referir aquí todas las ideas del Partido Popular de Asturias en materia de turismo. En esos momentos lo que estamos haciendo es conocer la opinión de los implicados en este sector, que son muchos y generan mucho empleo, y suelen ser ninguneados cuando se decide en contra de sus intereses.

Las excusas aunque recurrentes tienen las patas cortas. El Xacobeo y el Camino de Santiago son un filón en Galicia. Aunque el Camino pasa por Asturias, origen del mismo, siempre hemos ido a rebufo de otros. Castilla y León explota su patrimonio histórico con Las Edades del Hombre. Asturias tiene prerrománico, un gótico excelente y unas reliquias únicas dentro de la Cristiandad, el mayor edificio de España (Universidad Laboral), o la cuarta pinacoteca de España (Museo de Bellas Artes). Pero el Prerrománico da pena verlo; la Catedral está infrautilizada; el Bellas Artes en obras perpetuas y la Laboral tiene el régimen de visitas guiadas más endiablado de España.

William George Ward dejó escrito que "el pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas". El Partido Popular de Asturias, capitaneado por nuestra presidenta Mercedes Fernández, está dispuesto a ponerse manos a la obra en toda la arboladura de nuestro sector turístico y a comprometerse de verdad, sin parches y sin prejuicios.