La campaña "Cubo helado", esa pirámide solidaria contra la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), está teniendo innegable fuerza. Demasiado seria es la dolencia. Demasiado desconocida y casi todo aún por investigar. La ELA es una enfermedad neurodegenerativa terrible. Debilita la musculatura, atrofia, aísla al enfermo en una prisión de silencios y lo reduce a un estado vegetal hasta que el diafragma se bloquea y no permite respirar. Gracias a famosos internacionales, la iniciativa ha colocado esta cruel patología en el mapa de las inquietudes colectivas.

La iniciativa es loable. Y al que lo hace le mueve la solidaridad, aunque tal vez haya un poco de esnobismo. Es cierto que el científico Stephen Hawking, que sufre ELA, es la persona probablemente más conocida, si bien su caso es muy particular, dado que esta enfermedad es de momento también incurable. Se necesita mucha investigación. Es decir, mucho dinero, financiación y donaciones.

Pero otra cosa es el resultado económico de "Cubo helado", que está siendo muy irregular, pues mientras en EE UU, desde el 31 de julio, la recaudación ha superado los 70 millones de dólares, en nuestro país el rendimiento es casi nulo. En España está habiendo mucho "cubo helado" y mucho famosillo mojado, pero apenas se ha donado nada: poco más de 30.000 euros.

Básicamente porque las entidades españolas, aunque han levantado mucho jaleo mediático, se han sumado tarde a la iniciativa y las cuentas bancarias de las que disponen son desconocidas por el gran público. Es, por otra parte, difícil determinar si los participantes españoles han abonado en algún banco el mínimo de 10 euros cada vez que se tiraban un cubo. No obstante, si alguien ha hecho uso egoísta de un proyecto altruista como "Cubo helado", aún está a tiempo de arreglarlo. Quedan días para que acabe la campaña. Ánimo pues.