1. Cueva de Tito Bustillo

La Cueva de Tito Bustillo es una cueva con pinturas prehistóricas desde el 22000 hasta el 10000 antes de Cristo. Situada en Ribadesella, fue descubierta en 1968 por el grupo de espeleología Torreblanca, entre los que se encontraba Celestino Bustillo, llamado «Tito Bustillo». Días más tarde "Tito" fallece en un accidente de montaña y en su honor ponen su nombre a estas cuevas.

Está incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde julio de 2008.

2. Cueva de La Peña de Candamo

Un referente mundial del arte parietal paleolítico de la cornisa cantábrica por su ocupación continuada entre los 25.000 y 14.000 años. ¿Qué nos puede ofrecer la visita a la cueva de la Peña de Candamo y/o su centro de interpretación? Conoceremos la existencia de signos rojos. Leroi-Gourhan relaciona los bastoncillos con lo masculino y curiosamente con el paso de los siglos usamos una flecha orientada al Noroeste (como la entrada de la cueva para evitar el frío viento de las castañas) al que añadimos un círculo para identificar lo masculino explicado actualmente como una versión estilizada del dios Marte.

Pero también existen en la cueva símbolos triangulares identificados con lo femenino que relacionaremos con la Lluera II (Priorio) y el Camarín de las Vulvas (Tito Bustillo)Descubriremos en el cruce de dos bisontes lo que puede ser una máscara pintada en negro que nos recuerda en parte a los rostros de los bisontes de La Covaciella (Cabrales) evocando en nuestra mente a los indios americanos y sus chamanes. Tendremos la oportunidad de conocer los grandes uros, animal extinto en el siglo XVII, que podremos compararlos con las imágenes de Apis con la ausencia de su círculo solar entre la cornamenta de muchos miles de años después de Egipto.

3. Cueva de Llonín

La cueva de Llonín se encuentra ubicada en la margen izquierda del río Cares, en la ladera oriental del Cueto Trijual. Su descubrimiento científico se remonta al año 1971, aunque los lugareños la conocían desde mucho antes, puesto que la cavidad se usó durante largos períodos para madurar queso.

En la cueva existe un panel principal, que es el que concentra el mayor número de representaciones, sobre todo, abstracciones en rojo, pero también otros como el de la entrada, con dos ciervas pintadas en rojo. Posee diferentes dibujos de animales (Bisontes, renos, cabras, etc.) y símbolos superando el centenar de figuras representadas lo que hace que sea la cueva asturiana con mayor número de representaciones plásticas. Está incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco

4. Cueva del Pindal

La Cueva del Pindal se sitúa en las proximidades de la localidad de Pimiango (concejo de Ribadedeva), muy cerca del límite con Cantabria. Posee una planta lineal en la que se distinguen dos sectores: el oriental, abierto al público, y el occidental, de acceso restringido. Esta cueva posee unas pinturas rupestres conocidas ya desde 1908.

Está incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde julio de 2008, dentro del sitio «Cueva de Altamira y arte rupestre paleolítico del Norte de España».

5. Cueva de Covaciella

Se trata de una cueva con una galería de cuarenta metros de largo que finaliza en una sala con pinturas rupestres paleolíticas del periodo magdaleniense con una antigüedad de 14.000 años.

Está incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde julio de 2008

6. Cueva de El Buxu

La cueva del Buxu cuenta con una rica representación de arte parietal perteneciente al Solutrense y principios del Magdaleniense. En la cueva se combinan las pinturas y grabados de caballos, cabras, ciervos, bisonte..., con figuras geométricas y zoomórficas.

El camino que conduce a la cueva es una senda de un km de longitud en ascenso, bien acondicionada mediante escalones para facilitar la subida.

7. Cueva de La Lluera

La Lluera, ubicada en la parroquia de San Juan de Priorio, es uno de los enclaves del arte parietal más interesantes de la cornisa cantábrica. Sus grabados, con sus esquemáticas representaciones de uros, ciervas, machos cabríos y caballos, constituyen una de las composiciones rupestres más coherente del norte de la península Ibérica.

8. Cueva de la Loja

El arte de la cueva de La Loja está considerado como una de las manifestaciones más tardías del arte rupestre y en lo que sí han coincidido los investigadores es en adscribirlo al último período del Paleolítico superior, el Magdaleniense.

Se trata de un conjunto de grabados magistral, por su técnica, por los detalles, como la reproducción de las pezuñas de los animales o por la disposición sobre la roca y el destacado color claro de los contornos de las figuras sobre el tono oscuro debido a la capa de manganeso de la roca.

9. Cueva del Demo

La Cova del Demo, ubicada a 450 metros de altitud, fue utilizada durante muchos años por los ganaderos de la zona, que resguardaban allí su ganado. Fue Pedro Pablo Pérez, un vecino de Boal, cazador, el que descubrió un día que en las paredes de la cueva había algo más que roca. Posteriormente Miguel Ángel Blas Cortina y Elías Carrocera, ambos profesores de la Universidad de Oviedo, realizaron las primeras investigaciones sobre las pinturas zoomorfas y antropomorfas de esta oquedad.

La cueva, de 15 metros de profundidad y 8 de altura, alberga pinturas esquemáticas que por sus características y tipología, según los estudios llevados a cabo en ella, podrían relacionar a estas pinturas con la corriente esquemática naturalista que surgió en el Levante. Se cree que los dibujos de la Cova del Demo datan de la Edad de Bronce, entre los años 1.500 y 1.100 antes de Cristo.

La cueva ha sido declarada bien de interés cultural del patrimonio histórico de Asturias, una figura que ha servido para restringir las visitas al interior y proteger las pinturas, que pueden disfrutarse desde la verja de entrada.

10. Cueva del conde o del Fornu

Ubicada en Tuñón, en sus paredes se encuentran también algunas de las más antiguas manifestaciones artísticas de la humanidad: un conjunto de grabados no figurativos pertenecientes al período Auriñaciense (± 30.000 antes del presente).

La cueva del Conde encierra sin duda en sus estratos el mayor de los misterios de la reciente investigación prehistórica.