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El pariente asturiano del ébola

Un grupo de científicos localizó en varias cuevas de la región y en la vecina Cantabria un virus del mismo grupo en una especie de murciélago que sólo habita en grutas

Un ejemplar del murciélago de cueva.

El hallazgo casual de varios centenares de murciélagos muertos en una cueva del centro de la región y en otra cavidad de la vecina Cantabria desembocó en el descubrimiento de un virus de la misma familia que el ébola (filovirus) del que no se tenía noticia hasta aquel momento. La muerte de los quirópteros sucedió en 2002, el resultado del laboratorio se conoció en 2006 y en la actualidad sigue sin haber motivos para la alarma.

El biólogo y especialista en murciélagos Félix González fue quien localizó las muestras en la cavidad asturiana y explica que, en primer lugar, la interacción entre estos animales y los humanos es muy difícil, pues la especie en la que se encontró este virus es el murciélago de cueva (Miniopterus schreibersii), que "sólo habita en cuevas, es extraordinariamente raro verlo fuera". En este sentido, el único grupo de riesgo que existe está constituido por quienes estudian los murciélagos, que deben tomar precauciones a la hora de manipularlos como utilizar guantes para protegerse de mordeduras, lavarse bien las manos o estar vacunados de la rabia, otra enfermedad de la que el murciélago es reservorio natural.

En segundo lugar y pese a que se ha buscado activamente en los ejemplares que habitaban esas mismas cuevas, el virus no ha vuelto a aparecer en los análisis. Además, "no hay exactamente evidencias de que este episodio (las muertes de los murciélagos en 2002) estuviera ocasionado por el virus, no se llegó a demostrar", apunta el biólogo asturiano, que entonces puso el asunto en conocimiento de las autoridades asturianas y cántabras y que remitió las muestras al equipo de virólogos del Instituto de Sanidad Carlos III. Estos profesionales trabajan desde hace años con los virus que portan los murciélagos y descubrieron, a partir de las muestras asturianas y cántabras, el primer filovirus que se detectaba en Europa, del que aún no se sabe mucho. Forma parte de esta misma familia de virus hemorrágicos a la que pertenece que el ébola, que lleva meses arrasando determinadas zonas de África, pero González y otros colegas inciden en que ni hay motivos para preocuparse ni para colgarle al murciélago un sambenito que no le corresponde. Con todo, evitan facilitar la ubicación exacta de la gruta para no focalizar el asunto en un punto geográfico y además le restan importancia, ya que el murciélago de cueva es una especie migratoria que puede recorrer decenas de kilómetros en una noche en busca de alimento, por lo que ninguna población en concreto debiera sentirse especialmente amenazada. En cuanto a la mala fama que se ha llevado el quiróptero (en 1987 se descubrió que era portador de la rabia) Félix González rompe una lanza en favor de la especie y recuerda que no es la única portadora de enfermedades. "Las enfermedades están en el planeta de forma natural. Hay especies que son reservorios, otras vectores y a veces pasan de unas a otras", explica el biólogo antes de criticar la "alarma injustificada" que a veces hace que "las colonias de murciélagos estén muy mal vistas".

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