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"Voy tirando", asegura Villa, bastante repuesto ya de su cuadro de "confusión"

El exlíder del SOMA se muestra tranquilo y consciente, es capaz de mantener alguna conversación coherente y hace gala de buena memoria

Rolando Fernández y María Jesús Iglesias, el día que José Ángel Fernández Villa ingresó en el HUCA. LUISMA MURIAS

"Voy tirando". Las palabras de José Ángel Fernández Villa, pronunciadas desde una habitación individual de la planta sexta del bloque B del nuevo HUCA, resumen su estado físico. No por tópicas dejan de describir con certeza la salud actual del exlíder del SOMA. A pesar de las múltiples dolencias que arrastra, desde su ingreso el pasado viernes hasta la jornada de ayer, la mejoría del sindicalista es evidente.

El pasado fin de semana, sentado en una silla, tembloroso y dormitando, apenas podía articular palabra. Los enfermos que lo vieron en aquellas horas comentan que padecía una crisis de ansiedad: "Eso decían las enfermeras que le ocurría". Seis días después Villa está tranquilo y consciente, es capaz de mantener alguna conversación coherente, sonríe e incluso hace gala de buena memoria. Al menos, en apariencia y en contactos superficiales.

Otra cosa es que los médicos determinen que, por su deterioro severo, esté incapacitado para comparecer y ofrecer explicaciones en una tribuna pública, en una situación de máxima tensión y acerca de un asunto delicado. El pasado lunes los aún compañeros de Villa en el sindicato minero esperaron en vano a que compareciese en Mieres para dar su versión de los hechos que han llevado a investigarle.

Su precario estado es lo que quizá le impida comparecer ante el Parlamento asturiano como miembro que aún es del consejo de administración de Hunosa. Y es que a raíz de su hospitalización se ha conocido ya de forma pública lo que muchos compartían en "petit comité", que Villa sufre una lesión cerebral en la parte frontal del cerebro, otro achaque que unir a su ya conocida lesión de espalda, que arrastra desde hace muchos años.

Un paseo por el sexto piso del HUCA, hablando aquí y allá, escuchando las conversaciones de ingresados, visitantes y sanitarios, permite reunir información sobre el personaje más buscado, del que todos controlan sus movimientos y nadie se atreve a comentar en voz alta.

La presencia de periodistas deriva las conversaciones hacia el exlíder del SOMA de manera natural: "¿Qué vienes por Villa? ¿Ya le dan el alta?". Claro que rápidamente los comentarios se hacen más inquisitoriales hasta culminar en el exabrupto. Y es que no sólo los cargos socialistas y sindicales se han visto decepcionados por el afloramiento monetario de Villa. La gente de la calle lo ha sufrido como una terrible decepción.

Hasta el lunes, el hombre de la "fortuna oculta" compartía estancia con otro paciente, en el bloque A de la misma planta. Por la tarde fue trasladado a una habitación individual de la zona B.

Su familia no le ha dejado ni un minuto a solas. Su esposa, María Jesús Iglesias, y su hija, Ángela Fernández, se relevan para acompañarle por las noches. El primer día que ingresó el exlíder minero, el pasado viernes, también se pudo ver a su hijo, un nervioso Rolando Fernández que no ahorró desabridos comentarios contra la prensa.

Al baño sin ayuda

Según se cuenta en la sexta planta del Hospital de La Cadellada, Villa se levanta de la cama y va sin necesidad de ayuda al baño, pero no se deja ver nunca por los pasillos. Pocas personas, excepto su núcleo próximo, traspasan la puerta para acercarse a su cama.

A simple vista, cuando está a punto de recibir el alta, su aspecto general es bueno si se compara con el rostro demacrado que exhibía el viernes. "Entonces parecía un anciano agotándose, ahora se le nota mejor", comentan en la planta. Un pie vendado era ayer el único signo externo de daño. La culpa, de una úlcera causada por la rozadura de una sábana. Acostado, si llevaba a cuestas una cruz, la procesión iba por dentro.

El ingreso de Villa el viernes de la semana pasada causó gran estupor. Según indicaron ese día fuentes sanitarias, el exlíder minero llegó al Hospital muy agitado y desorientado, sin saber muy bien qué es lo que estaba sucediendo. Se habló en ese momento de un cuadro de "confusión". El veterano sindicalista, nacido en Tuilla (Langreo) hace 71 años, tenía además fuertes dolores en el pecho, pero parece haberse descartado que sufriese un episodio cardiaco. No era la primera vez que ingresaba con síntomas similares, según ha trascendido. Eso no evitó que su familia llegase al centro hospitalario presa de gran nerviosismo y preocupación. Fue ella la que avisó a Emergencias.

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