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JOSÉ DELFÍN GUARDIA I CANELA | Presidente de la Academia de Jurisprudencia de Cataluña y exconsejero de Justicia de la Generalitat

"Espero que la querella contra Mas no prospere, sería un nuevo y grave motivo de crisis"

"El 9-N significa que el independentismo hoy no tendría mayoría en Cataluña, pero no sé qué pasará si todo sigue igual, porque la tendencia es hacia arriba"

José Delfín Guardia. SERGIO FERNÁNDEZ

"Demócrata, cristiano y catalanista", ideológicamente próximo a Unió Democrática de Cataluña, José Delfín Guardia i Canela (Balaguer, Lérida, 1945) atiende igual cuando los castellanoparlantes le llaman José Delfín que por Josep Delfí si el interlocutor es "de expresión catalana". Habla del conflicto catalán en términos conyugales, repartiendo culpas entre las dos partes y diciendo que esto no va de si económicamente estaríamos mejor separados sino de "recomponer el afecto" para una vida cómoda en común. Abogado y jurista de prestigio, fue uno de los tres consejeros independientes, sin militancia política, que tuvieron los gobiernos de Jordi Pujol -llevó Justicia entre 2001 y 2002- y preside la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de Cataluña. Hoy, a las siete y media de la tarde, pronuncia en el Colegio de Abogados de Oviedo una conferencia sobre la historia de su institución.

-¿Hacia dónde va Cataluña?

-Es difícil contestar. Entre los muchos ámbitos que no conozco está el de la profecía. Pero yo tengo confianza. Creo que en todos los procesos la cordura acaba por imponerse, que se llegará a una solución. A una que seguramente se habría podido alcanzar mejor un tiempo atrás si no se hubiera dejado que las cosas y las relaciones se estropeasen.

-¿Quién ha hecho más por deteriorar esas relaciones?

-Las dos partes. Aquí hay un proceso histórico indiscutible en el que Cataluña, en 2000, tenía un nivel de autonomía extraordinariamente bueno y luego un periodo bastante negativo en el que se empiezan a cercenar competencias de la Generalitat. Frente a ello se reacciona con el proyecto de estatuto que aprueba el parlamento catalán, que avalan los ciudadanos en referéndum y las Cortes Generales, pero que cercena mucho el Tribunal Constitucional. Y yo creo que la sentencia de 2010 marca el inicio de una nueva etapa, porque Cataluña considera que ha hecho un esfuerzo para entenderse con el resto de España y se encuentra con que el Constitucional vacía en gran parte de contenido el estatuto. Ocurre como en las peleas familiares: uno empieza dando un empujón al otro, que dice una palabra más fuerte que la otra... ¿Quién es el culpable, el que agrede con más fuerza o el que inicia el camino de las agresiones? Es muy difícil de discernir.

-Artur Mas prepara las elecciones en clave plebiscitaria. ¿Acierta?

-Me pareció muy interesante el programa que ofreció José Antonio Durán el sábado en las jornadas con el nombre de "Construïm". Me parece fundamental que se construyan puentes entre Cataluña y España, un régimen de funcionamiento del Estado y de las autonomías que sea cómodo y confortable para unos y otros.

-Mas impulsa la plataforma "Volem", Durán i Lleida presenta "Construïm". ¿Qué ha sido de CiU?

-Yo creo que Convergencia y Unió harán todos los esfuerzos posibles para mantenerse juntos, porque la coalición ha funcionado bien. La situación ahora es difícil, porque entre ellos dos se entendían. Si intervienen terceros, otros partidos soberanistas, pasará como en las relaciones conyugales, que se puede deteriorar la relación entre los cónyuges.

-¿Qué opina de la actitud de los dos gobiernos en el proceso soberanista?

-Que ninguno de los dos ha estado a la altura, Madrid por aferrarse excesivamente a la letra de la ley y Cataluña por tener un comportamiento de exigencia del derecho a decidir fuera de los cauces previstos por la ley.

-¿Y de la intervención de la Justicia, con la querella de la Fiscalía contra Mas?

-Veo mal, en general, la judicialización de los asuntos políticos. La política hay que resolverla en los parlamentos, con el diálogo y los votos. La intervención de los jueces no suele ser muy positiva y todavía menos la justicia penal. Espero y deseo que no prospere la querella contra el presidente, sería un nuevo y grave motivo de desafección y crisis en las relaciones entre el Estado y Cataluña.

-¿Por qué Cataluña se despierta de pronto independentista?

-No es de repente, responde a un proceso histórico. La gente estaba muy contenta en 2000, pero a partir de esa fecha, en el segundo gobierno de Aznar empiezan a plantearse dificultades. De ahí a 2004 se cercenan competencias importantes, en 2006 el estatuto es refrendado por el parlamento catalán, por los ciudadanos y por las Cortes. Y es a partir de la sentencia del Constitucional, en 2010, cuando la gente empieza a pensar que esto tiene muy difícil solución. Entienden que éste es un partido que no podrán ganar nunca, porque el árbitro juega a favor de una de las partes. La crisis también puede haber influido, igual que el acceso de los jóvenes a la vida política. Uno de los datos importantes es que en Cataluña, paradójicamente, hay más independentistas entre los jóvenes que entre las personas mayores y, en contra de la tendencia histórica, más en los ambientes rurales que en los urbanos.

-¿Una Cataluña independiente pierde más de lo que gana?

-A corto plazo, todo el mundo está convencido de que perdería. En el largo se vería. Pero yo creo que este planteamiento no es positivo. No se trata de si se gana o se pierde, sino de buscar fórmulas de intelección. Siguiendo con el ejemplo de las relaciones de pareja, uno no debería plantearse si va a vivir mejor económicamente al separarse de su esposa, sino cómo recomponer el afecto para tener un proyecto de vida en común estimulante para las dos partes.

-¿Les quita el largo debate soberanista mucho tiempo para plantear y resolver otros problemas importantes?

-Es así. La intervención de Durán el sábado iba en esa línea y yo me siento más cercano a las posiciones de Durán que a otras.

-¿Votó el 9-N?

-Prefiero no contestar.

-¿Qué significa el resultado de la consulta?

-Algo que todos sabíamos en Cataluña. Que hay una amplia masa de ciudadanos partidarios del derecho a decidir. No sé si son mayoría o no, pero son un número muy considerable y deberían ser tenidos en cuenta. Entre esa gente favorable, una gran mayoría es independentista y hay otros que no lo son. Como los que no fueron a votar no son favorables al derecho a decidir y tampoco suelen serlo de la independencia, estaríamos en unos números sensiblemente similares a los de Escocia y Quebec. El independentismo no tendría mayoría hoy en Cataluña, pero no sé qué va a pasar si las cosas siguen igual, porque la tendencia es a que aumente el número y lo que es clarísimo es que cuando uno discrepa sobre los números, lo mejor es contarnos.

-Fue consejero con Jordi Pujol. ¿Qué siente ahora?

-Una gran sorpresa y una gran decepción, porque yo le apreciaba y le aprecio. Me parece que habría que distinguir mucho entre Jordi Pujol y su entorno familiar y de amistad. De momento, lo que se le atribuye a él, tener unos bienes procedentes de una donación y no haberlos declarado, me genera una valoración muy negativa, pero no tiene otras gravedades si esos dineros no son ilícitos por su parte, porque a lo mejor lo eran por la de su padre. Él lo que hace es silenciarlos, tenerlos fuera y no pagar los impuestos. Eso es lo único, no sé si podrán salir otras cosas.

-¿Peca la Justicia de falta de agilidad contra la corrupción?

-La Justicia es muy lenta y está dimensionada para otra realidad social. Los jueces no tienen ni la formación ni los medios materiales y humanos necesarios para atender los problemas que se derivan de unas relaciones económicas complejas o de una actividad financiera desbordante para lo que ha sido el país. Yo veo con buenos ojos que poco a poco se vayan tomando cartas en el asunto y que hoy en día tengamos sentencias bastante contundentes en casos de corrupción.

-¿Cuánto hay que regenerar la política en España?

-Hay que hacer una catarsis importante, pero es difícil, porque también hay que hacerla en Francia, en Italia, en todo el mundo. Es un fenómeno muy complejo que nos llevaría muy lejos, desde el reclutamiento de los políticos a si han de ser profesionales, a su remuneración... La única manera de conseguirlo es a base de constancia, buena fe y capacidad de trabajo.

-¿De separación real de poderes también?

-Mucho más. Hoy se discute si el Tribunal Constitucional es poder judicial o no, pero no hay ninguna duda de que el Poder Judicial está mediatizado porque lo elige el Ejecutivo. O el Legislativo y a través de él el Ejecutivo. También hay algunos órganos de la Justicia que son excesivamente tributarios del poder legislativo.

-¿Cómo se cambia?

-Por un lado, no se puede privar a los jueces de su ideología política, sería absurdo, pero por otro, muchas veces la excesiva previsibilidad de los resultados de determinados procesos judiciales en función de la ideología del magistrado no es nada buena para la Justicia.

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