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Los osos que entrañen riesgo para las personas podrán ser sacrificados

El Ministerio autoriza el uso de pelotas de goma y petardos para ahuyentar a los plantígrados que se acerquen a los pueblos

Los osos que sean peligrosos para las personas y que exhiban "comportamientos agresivos y reiterados que desemboquen en ataques" contra humanos podrán ser sacrificados in situ. Ésta es una de las medidas que recoge el protocolo de manejo para ejemplares problemáticos presentado por el Ministerio de Medio Ambiente a las siete comunidades oseras españolas, tres pirenaicas y cuatro cantábricas, entre ellas Asturias. El documento, al que ha tenido acceso este periódico, permite la posibilidad de alejar a los osos habituados de los pueblos disparándoles, "alrededor de los cuartos traseros", pelotas de goma, arrojándoles piedras y ramas de árbol o incluso usando cartuchos de doble detonación que estallen en sus proximidades.

El texto fue debatido el pasado lunes en Oviedo en el consejo asesor de la especie en la región, la primera reunión del órgano sin los dos representantes que renunciaron recientemente tras el traslado de la osezna "Molinera" al cercado grande de Santo Adriano. Los expertos presentes dieron el visto bueno a los términos generales del protocolo, aunque el Principado advirtió de que presentará en los próximos días "varias" alegaciones, especialmente relativas a cuestiones financieras.

El sacrificio de un oso peligroso se llevaría a cabo por técnicos elegidos por las consejerías de las comunidades y requeriría el visto bueno de los especialistas. Esta medida es la última de las técnicas de actuación propuestas por el Ministerio de Medio Ambiente. Consiste, detalla el texto, en "la extracción letal (sacrificio) o no letal (captura y traslado a cautividad) de un oso como consecuencia de su comportamiento agresivo y al riesgo para la seguridad de las personas". Antes de cualquiera de estas actuaciones, no obstante, se exige un "trabajo de peritaje" previo, que consiste en labores de identificación del animal y un seguimiento mediante una vigilancia continuada.

Su aprobación constituiría una importante novedad desde que en Asturias se lucha por la conservación de esta especie, pues por primera vez en esta época se respaldaría por escrito el sacrificio de un ejemplar. "Esta medida me parece razonable porque es sólo aplicable a casos extremos", defiende Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo (FOP). "Se usaría en casos de ejemplares muy agresivos que generen conflictos graves. Es una medida que está en todos los protocolos del mundo y es bueno que la gente sepa que en esos casos primero están las personas", añade Palomero, que dice que la aprobación del texto es una "buena noticia porque hacía falta".

El documento, que consta de nueve puntos y está basado en otros textos similares existentes en Grecia, Francia e Italia, establece una clasificación de este tipo de ejemplares y diferencia entre osos habituados (que toleran la presencia humana a distancias relativamente próximas pero sin manifestar comportamientos agresivos), osos problemáticos (entre los que se incluyen los que atacan al ganado, a las colmenas o a las personas) y osos con problemas, que es una categoría en la que se incluyen ejemplares que necesitan ayuda: cachorros abandonados o separados de su grupo familiar, esbardos atrapados en lazos o envenenados o ejemplares heridos, como pudo ser el caso de "Molinera", que fue rescatada del monte en grave estado de salud.

La propuesta del Ministerio de Medio Ambiente también incluye medidas para combatir la presencia de los osos en los pueblos, una situación que cada vez está más extendida en Asturias. Entre las opciones figura la posibilidad de dispararles pelotas de goma para ahuyentarlos, una medida de disuasión adelantada por este periódico el pasado mes de mayo. El disparo debe efectuarse a una distancia de entre 30 y 50 metros y siempre "alrededor de los cuartos traseros". Además, puede ser acompañada de gritos, petardos y, durante la huida del animal, del lanzamiento de piedras, ramas y el uso de cartuchos de doble detonación que estallen en las proximidades del animal.

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