Un enorme argayo de unos cuarenta metros de alto y quince de largo sepultó ayer la carretera nacional 634 y la vía del tren entre las localidades parraguesas de Arobes y Soto de Dueñas. Efectivos de Bomberos y la Unidad Canina del Servicio de Emergencias del Principado de Asturias (SEPA) concluían, pasadas la una de esta madrugada, las labores de rastreo en el desprendimientoque no había ningún vehículo atrapado.

La carretera permanece cortada a la espera de que terminen las labores de limpieza y los trabajos de comprobación de los taludes aledaños. El tráfico en ambos sentidos está siendo desviado. La línea de Feve afectada, que une Oviedo y Santander, ha reanudado el tráfico, desde las 06.40 horas. Tras el "argayo", se estableció un plan alternativo de transporte para el trasladado de viajeros por carretera ente Arriondas y Soto de Dueñas para los pasajeros de los trenes entre Oviedo y Llanes y Oviedo y Santander, afectados por el corte del tráfico ferroviario.

La tierra se desplomó sobre el asfalto en torno a las siete menos cuarto de la tarde, momento en el que un conductor que circulaba por la vía impactó contra la masa de lodo, árboles, maleza y rocas que cortaba el paso en toda la calzada y seguía cayendo. Fue el automovilista, que no sufrió más daños que un ataque de nervios por el susto, quien dio el aviso a los servicios de emergencia. En su comunicación, indicó que no creía que nadie circulase por delante de su coche en el momento del desprendimiento. Para tratar de descartar que hubiese personas bajo la gran masa de tierra, sobre el terreno, trabajaron anoche, con la carretera y la vía cortadas al tráfico, miembros de Protección Civil, agentes de la Guardia Civil, bomberos de los parques de Piloña y Cangas de Onís y tres perros de la unidad canina.

"Ira", "Gresca" y "Mono", dirigidos respectivamente por los bomberos Enrique Castañeda, Wenceslao Fernández y Agustín Hortal, se internaban por turnos en la masa de lodo, muy compacta según fuentes de los servios de emergencia, para intentar olfatear rastros de vida. Los perros subían después de que las palas excavadoras hubiesen removido y horadado la aglomeración de toneladas y toneladas de tierra y barro desprendida de la montaña.

Fue una operación lenta, trabajosa y arriesgada, toda vez que anoche no había desaparecido aún el peligro de una nueva avalancha. Según explicaron las mismas fuentes, el área de la ladera donde se originó el argayo sigue sin ser del todo estable, toda vez que en la zona, por la que bajaba un regateo, ha quedado una especie de joroba que ayer, en la oscuridad de la noche, no se pudo determinar exactamente si era de roca o de tierra. No habrá problema si el material es rocoso, pero la posibilidad de que esté compuesto de tierra obliga a extremar las precauciones ante la posibilidad de una nueva avalancha.

En el lugar donde se produjo el argayo, el punto kilométrico 347 de la N-634, la vieja carretera de Santander discurre paralela a la antigua vía de Feve. Los primeros indicios daban por sentado que no había atrapados en la parte de la calzada que limita con la línea férrea. Los trabajos se concentraron fundamentalmente en el lado contrario, el más próximo al talud desprendido. Sin embargo, en esa zona, completamente sepultada por entre cuatro y cinco metros de lodo, el producto de la avalancha era particularmente denso y compacto, y en esas condiciones los perros especialistas en la búsqueda de rastros encontraron muchas más dificultades.

Las intensas lluvias y un regato, causas del desprendimiento

Las palas excavadoras, una de cada lado del argayo, retiraron varias rocas de grandes dimensiones y cargaron en camiones las toneladas de tierra, ramas y pequeños árboles que habían caído a la carretera en un enorme alud que se llevó por delante las barras de seguridad colocadas en la ladera de la montaña. Las cuantiosas lluvias caídas en las últimas semanas, sumado a un pequeño regato que discurre por la parte alta, fueron la causa del desprendimiento según afirmaban ayer miembros de los servicios de bomberos y de Protección Civil. Pasadas las 03.00 horas de la madrugada, dieron por finalizada la intervención y se retiraron del lugar.

El consejero de Presidencia, Guillermo Martínez, llegó poco antes de las nueve de la noche al lugar del siniestro acompañado por el director general de Justicia e Interior, José Luis Villaverde. Recorrieron la longitud del argayo junto al gerente del Servicio de Emergencias 112, Antonio del Corro, y los mandos de Bomberos, la Guardia Civil y Conservación de Carreteras, quienes les explicaron cómo se estaban desarrollando las operaciones. Tras destacar la coordinación entre las distintas fuerzas de seguridad y rescate, Martínez pidió prudencia. "Lo primero es averiguar si hay posibles víctimas atrapadas. Las labores hicieron con extremo cuidado. Los tres perros de la Unidad Canina de los Bomberos del Principado marcaron por zonas donde no registraron presencia de personas atrapadas y poco a poco se fue retirando el lodo y las rocas.

El alcalde de Parres, José Marcos Gutiérrez, aseguró que "hacía años que no ocurría esto". "Hace unos días cayó una piedra que interrumpió un carril de la carretera. Se retiró y no se detectaron más anomalías. Ahora, habrá que asegurar de nuevo la ladera", dijo. También mostró su alivio por que el tren no hubiera circulado por ese tramo de las vías en el momento en el que se produjo el alud.