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Condenado por llamar payaso a un hombre

Un empresario ovetense tendrá que pagar 150 euros si no quiere entrar en prisión por "insultar" a un joven al que no quiso contratar

No sale de su asombro. El empresario J. M. G. O. lee una y otra vez la sentencia del Juzgado de instrucción número 2 de Oviedo que le obliga a pagar una multa de 150 euros por llamar "payaso" a un joven al que no quiso contratar. Está indignado no sólo por la razón económica, sino también por la pena de cárcel que va asociada a ella. "La juez me impuso una pena de 10 euros diarios durante 15 días. Por cada dos cuotas no satisfechas, pagaría con un día de privación de libertad. Es increíble. Siete días a prisión por decirle a alguien que es un payaso, que ni siquiera es un insulto", explica.

La historia que le ha llevado hasta aquí comenzó en el verano de 2014. "Tengo una empresa de formación en Oviedo. En agosto decidimos que queríamos captar comerciales y puse una oferta de empleo en el periódico. Un día apareció en la oficina un personaje vestido con pantalones cortos, una camisa floreada y chanclas de piscina. El olor corporal tiraba para atrás y dijo que había venido desde Pola de Siero en bicicleta". Pese a la mala impresión que le causó, decidió recibir al joven, X. N. H., y explicarle que no le había encajado su forma de llegar y de presentarse a una entrevista de trabajo.

"Volvió otro día y apareció con la misma pinta. A pesar de eso, le dimos la oportunidad de ir a visitar a varios clientes con el director comercial para ver cómo funcionaba". Tras dos reuniones, el director llamó al empresario. "Me dijo que no aguantaba más. Que el olor era insoportable y que los clientes se quedaban alucinados al verlo a él de traje y al otro en pantalones cortos". Inmediatamente, el empresario llamó al joven y le dijo que abandonara la labor. "Ese mismo día me llama y me pregunta por las condiciones económicas del empleo. Le digo que no nos interesa, que no nos encaja su perfil y le pido que nos envíe el material que le dejamos para realizar las visitas, pero se empeña en traerlo él personalmente a la oficina".

A los pocos días, cuando J. M. G. O. abandonaba la empresa para ir a tomar un café, se encontró con X. N. H. en el portal. "Empezó a decirme que por qué no encajaba en esta empresa de mierda y a arremeter contra ella. Le dije: 'Se te está yendo la pinza'. Y le expliqué que no podía ir a trabajar a ningún lado en esas condiciones. Él empezó a decir que qué problema había con su vestimenta, y le dije: 'No seas payaso, ése no es el mayor problema, sino tu olor corporal'. Y lo razoné diciéndole que seguramente era por venir en bicicleta". La conversación se acabó y el empresario pensaba que también la relación con el joven. Pero para su sorpresa, éste le denunció "por llamarle payaso y decirle que no se lavaba", puntualiza.

No llegan a ningún acuerdo y acaban yendo a juicio. "No llevó abogado, se defendió él mismo. Era todo tan alucinante que hasta se olvidó de pedir indemnización. En mis alegaciones finales, yo le dije a la juez que ella no podía interpretar mis palabras sin conocerme, porque para mí payaso no era un insulto, pero que eso lo sabía yo y las personas cercanas a mí. Creo que eso no le gustó y que influyó en la sentencia". Cuando recibió el escrito vio que se le había condenado al pago de 150 euros por una falta de injurias. "Tengo cinco días para recurrir la sentencia y supongo que lo hará mi abogado, porque es desproporcionada. No pienso pagarla", afirma.

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