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"El que quiera va a seguir bebiendo", afirman los jóvenes sobre la nueva ley del alcohol

Los jóvenes de 16 y 17 años cuestionan la efectividad de la norma que eleva el límite para el consumo de alcohol hasta la mayoría de edad

Varios menores consumen calimocho en un bar de la calle del Rosal, en Oviedo. LUISMA MURIAS

"El que quiera beber va a seguir haciéndolo, igual que beben ahora muchos niños de 14 años sin problemas, porque nadie les pide el DNI en los bares". Viernes, ocho y media de la tarde. Cristina, 17 años recién cumplidos y vestida con el uniforme del colegio, se toma una cerveza en la ovetense calle del Rosal junto a sus amigas. Cuando se le pregunta, no duda un instante. Rechaza y pone en duda la efectividad de la ley aprobada esta semana en la Junta General que eleva de 16 a 18 años la edad mínima para el consumo de alcohol, equiparando a la región al resto de comunidades autónomas. La opinión de Cristina es compartida por el resto de adolescentes y jóvenes con los que habló LA NUEVA ESPAÑA en esta zona de copas de la capital y en otra de Gijón, donde por la tarde mandan el calimocho y la cerveza.

"Prohibiendo no van a adelantar nada. Y menos a base de multas que un chaval no puede pagar", sentencia Carlos, que tiene 16 años y está de tertulia con otros amigos en El Rosal. "No entiendo porque el año pasado con 16 años me podía tomar algo y ahora con 17 no lo voy a poder hacer", tercia otro chico de la pandilla, de gorra y acné, que añade: "Lo que hay que hacer es controlar a los de 13 o 14 años que se emborrachan como monos y no al que le faltan dos meses para cumplir los 18". Para G., también ovetense de 17 años, nunca faltará ese colega mayor de edad que, aunque también va a estar prohibido y sancionado, se acerque a la barra o al supermercado en busca de bebidas alcohólicas para todos. "Eso se va a seguir haciendo", advierte otro muchacho, rodeado de amigos con los que ha compartido media docena de cachis de calimocho.

"Con 15 años no hay ningún problema para que te sirvan un cubata en un bar, así que dudo mucho que ahora no se lo vayan a poner a uno de 17", añade un chico que dice llamarse Juanjo, también menor. Con una cerveza en la mano, admite que puede haber mayor control nada más que entre en vigor la nueva ley, pero está convencido de que las cosas se irán relajando poco a poco.

En la plaza del Lavaderu de Gijón, Manuel (nombre ficticio) compartía ayer unas botellas de sidra con los amigos. Este adolescente de 16 años es consciente de que le quedan pocos meses para cumplir con su rito de los viernes. Y es que desde mayo ya no va a poder "tomar algo" (con alcohol) después del entrenamiento. A la ordenanza antibotellón de Gijón se sumará en primavera la ley que eleva a 18 años la edad mínima para consumir alcohol.

"No me parece justo, ésta es la edad que tenemos para hacer cosas que cuando seamos mayores de 18 años, con cargos y responsabilidades, no vamos a poder hacer", reivindica. "Yo ya controlo y conozco lo que puedo y no puedo hacer", subraya este gijonés. "Para un sábado no se me ocurre otra cosa que tomar algo con mis amigos. Se debería poder beber, como lo ha hecho todo el mundo toda la vida", añade Manuel, que hace hincapié en el "daño" que esta nueva regulación va a provocar en los hosteleros de las zonas de Cimadevilla y Fomento, muy frecuentadas por adolescentes.

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