Nava es la madre de todas las sidras. Ayer lo demostró siendo el escenario del corchado de la pipa donde se mezclaron los caldos de 49 llagares de la región hermanados durante el pasado Festival de la Sidra. Los nuevos miembros, de número y de honor, de la cofradía de los Siceratores de Asturias se encargaron de poner el corcho a las botellas siguiendo el método tradicional.

Se trata de un acto simbólico que representa la unión y fraternidad de las sidras elaboradas en distintos rincones del Principado. Es la unión que precisa para conseguir la fuerza necesaria que logre el reconocimiento de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco. Una de estas botellas se subastó, pero al cierre de esta edición aún no se conocía el precio que alcanzó. El año pasado, el lagarero local Juan Roza pagó 150 euros, tras una discutida puja.

Esta cofradía, cuyo germen es naveto, celebró su segundo "Axuntábense". El maestre sicerator, Roberto Llamedo, aprovechó el momento para apoyar públicamente al Museo de la Sidra, lugar donde se desarrolló el acto. Considera que se trata de un "elemento diferenciador de la zona" en el flujo turístico hacia Covadonga y el oriente de la región. Fue un guiño por las estrecheces económicas que ha venido padeciendo en los últimos meses el museo y que parece que ahora vive un respiro. Llamedo también animó a continuar la "lucha" para que la bebida asturiana logre ser declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Pidió que las administraciones trabajen en la misma línea para conseguirlo.

Con motivo de la onomástica de San José "sidrero", como apostilló Llamedo, los nuevos cofrades hicieron su juramento "por la sidra, por las pumaradas donde nace, por los llagares donde se hace y por las sidrerías donde se bebe". Se comprometieron a "defender las esencias del mosto de la manzana, que van a alentar su conocimiento, a cuidar su cultura, a pregonar sus cualidades y fomentar su consumo". Y aceptaron por su "honor y dignidad", según el texto del que es autor el escritor Jaime Izquierdo.

Son desde ayer siceratores de mérito el portal de turismo "Where is Asturias" por su promoción de la región, así como el catador maliayés Maximino Villarrica, que lleva más de 30 años probando caldos fermentados de manzana y participando como jurado en la mayoría de los concursos. Considera que hay que "defender la sidra por amor y devoción porque es el escudo de Asturias". También recibió la capa verde y la montera marrón el campeón regional de escanciadores, Salvador Ondó, y el presidente sectorial de manzana de Campoastur, Álvaro Juan Fernández Menéndez, en representación de esta cooperativa. El lagarero Andrés Canal también fue nombrado sicerator de mérito.

Entre los nuevos cofrades de número figuraron el director del concurso de echadores de sidra, Enrique Tuya, que desarrolla esta actividad desde hace más de diez años junto a su esposa, María José Cabeza, miembro del jurado. Jacques Sangrouber, presidente del club de esquí local L'Esguilu, también juró honrar a la sidra, al igual que la asociación cultural "La Puente Arriba". Los siceratores que cerraron el acto con su himno y una espicha.