La asociación se llama "Cielos despejados", dicen que para darse ánimos, pero esta vez el conjuro no va a funcionar. Pasadas las nueve de la mañana se ha hecho evidente que el eclipse de nubes, el clásico eclipse del invierno asturiano, será demasiado para los tres telescopios que los componentes del colectivo han montado en una esquina del patio del instituto Doctor Fleming de Oviedo. Vienen a intentar ver y a enseñar a mirar, pero no va a poder ser. A eso de las nueve y media, dos de los telescopios, con sus filtros solares sobre las lentes, miran al suelo decepcionados, cabizbajos. "En señal de protesta contra las nubes", bromea David Lago, físico e investigador, componente del colectivo de estudiosos y aficionados dedicado a la divulgación científica y a la organización de "eventos astronómicos".

El tercer aparato es un radiotelescopio y a su muy particular manera sí podría llegar a "ver" el Sol a través del espeso telón nuboso, porque capta las ondas de radio que emite el disco solar y las traduce en una gráfica de evolución de sus variaciones. "Mucho menos vistoso que una foto", admite Lago, pero útil como testimonio científico de que ahí arriba, aunque no se vea nada, hay un eclipse de Sol.

El dispositivo lo ha montado con sus manos un alumno de primero de Bachillerato del instituto, acoplando a la montura de un telescopio una antena parabólica de televisión. A Pablo de la Fuente la astronomía le apasiona más o menos desde los siete años, comenta. Ahora no tiene muchos más, pero sí el conocimiento suficiente para enseñar a sus compañeros de clase que el radiotelescopio recibe la señal de radio y "la transforma en voltaje", que éste irá bajando a medida que la Luna vaya interponiéndose entre la Tierra y el Sol y que su aparato lo sentirá. El problema, ayer, era dar con el astro invisible, encontrar o calcular el punto exacto de su posición en cielo encapotado para enfocar el aparato hacia allí y facilitar la lectura precisa de los datos. También "hay errores de seguimiento" en contra del plan B.

A falta de Sol, con la luminosidad fuertemente decaída a eso de las diez y cuarto, no está claro cuánto por el eclipse y cuánto por la grisura propia de la mañana, los expertos emplearon el supuesto momento de apogeo del eclipse en explicar en el recreo a los estudiantes cómo funcionan las tres generaciones de telescopios que les han traído. Hay una reproducción básica del primero de Galileo, de lentes; otro de espejos, a imagen del construido por Newton, pero ensamblado por Javier Jáñez, estudiante de Física, y está el radiotelescopio de Pablo de la Fuente. A falta de eclipse, bueno es el proselitismo astronómico.