"Estamos rodeados de autores que están todo el día recordándonos las virtudes tolerantes del Corán, mucho occidental seducido por el Islam, pero la Historia es la que es, y el Corán dice lo que dice". El exministro de Educación José Manuel Otero Novas (Vigo, 1940), jurista, escritor e investigador, pegó ayer un repaso crítico a esa supuesta tolerancia en el libro sagrado de los musulmanes. Y explicó el procedimiento, el análisis pormenorizado de tres versiones muy reputadas del Corán, versículo por versículo. Dos de esas aleyas hablan efectivamente de tolerancia: en Religión no hay coacción, dice una de ellas. La otra habla de la inconveniencia de "forzar" a los infieles, partidarios de otra religión.

"Pero junto a estos dos ejemplos me encontré con 55 aleyas donde la intolerancia es evidente", aseguró ayer Otero Novas en la conferencia que dio en la Fundación Gustavo Bueno, en Oviedo, dentro del programa de los XX Encuentros de Filosofía, que finalizan hoy. Habló sobre los fundamentalismos. Hay muchos y muy actuales, también el cristiano, pero mejor no meter a todos en el mismo saco.

"Matadlos hasta hacer con ellos una carnicería", pide uno de los versículos del Corán a sus seguidores si se encuentran en el camino con infieles. "Expulsadles de donde nos han expulsado", se aconseja en otro versículo. "Y eso va por nosotros, porque solo los hemos echado de España. Aquí da la impresión de que los moros llegaron a España a tomar el té, y no fue así. Entraron a sangre y fuego", indicó el exministro.

Para empezar, una definición de fundamentalismo, que vale para todas las ideologías. "Es fundamentalista quien se cree en el derecho y en el sagrado deber de imponer sus propias ideas a los demás", explicó Otero Novas. Primera matización: "Esto no es una patología de lo humano, Platón o Hegel defendieron posiciones fundamentalistas". Segundo matiz: "La democracia no inmuniza frente al fundamentalismo". Es más, existe cierto fundamentalismo democrático que merece capítulo aparte. "¿No es puro fundamentalismo invadir una nación como Irak para imponer un régimen democrático?", se preguntó Otero Novas que, sin embargo, se declara proamericano. "Yo rezo todos los días para que la nación líder en el mundo sean los Estados Unidos, porque me asustan las alternativas: Alemania, China o Rusia".

Y tercera cuestión: "El fundamentalismo tiene parentesco con los totalitarismos en su intento de ahormar conciencias, intereses y sentimientos", aunque no sean exactamente lo mismo.

El cristianismo, señaló el exministro con Suárez, tiene elementos compartidos con todos los fundamentalismos. "Predica la existencia de la verdad, es doctrina radical que no tolera las medias tintas, y es doctrina proselitista". Pero frente a esos elementos Otero Novas está convencido de que "la esencia del cristianismo es anti fundamentalista, porque es una doctrina de fines y de medios, incompatible con cualquier tipo de coacción. No estamos ante una doctrina extremista, la idea de que o somos santos o somos demonios, aquí no funciona". Si analizamos los libros sagrados nos encontramos con ejemplos de intolerancias, pero reducidas al Antiguo Testamento, sobre todo al Éxodo, que es un libro en todo caso muy peculiar", dijo.

"Cuando analizamos muchas de las guerras de religión que nos cuenta la Historia nos percatamos de que una cosa es la violencia religiosa y otra la violencia que se llevó a cabo con la bandera de la religión desplegada". La religión como coartada, como ocurrió con los cátaros. Guerra políticas revestidas de sacralidad.

"Pidamos perdón en España por la Inquisición, pero no nos pasemos. Ahora se dice que la Inquisición mató a unas 10.000 personas durante trescientos años. En Francia, la Noche de San Bartolomé, que en realidad fueron tres meses, también produjo 10.000 víctimas. Y los 100.000 anabaptistas exterminados en Alemania a petición de Lutero".

La religión, como motivo o como disculpa, generó y genera océanos de sangre pero Otero Novas asegura que "toda la violencia religiosa es casi un juego de niños, una tontería, si la comparamos con los millones de muertos, y exceptúo los campos de batalla, que provocaron las cosmovisiones políticas del siglo XX". El pensamiento correcto también es un apéndice fundamentalista, indicó el exministro: "Toda persona decente se horroriza frente al holocausto judío o el genocidio de los armenios, pero si usted cree que las dimensiones del holocausto no son las que dicen, o que el genocidio armenio no fue tal, sino "solo" una gran matanza, lo mejor que puede hacer es quedarse en España. En Europa va a la cárcel".