Hubo un tiempo en el que el fervor por la Semana Santa casi se apaga en Asturias. Fue en los años setenta, con la desaparición de las procesiones de Oviedo y Gijón. Una situación que contrasta con la actual, donde los pasos congregan a multitudes en decenas de localidades de la región. Los sociólogos y muchos religiosos coinciden en vincular este resurgimiento con el incremento de la participación en actividades culturales o de ocio que se produce a nivel general y rechazan que tenga relación con un reforzamiento de la fe cristiana.

Los expertos atribuyen este auge a la necesidad del hombre posmoderno de consumir ocio y cultura de forma masiva. "La Semana Santa contiene los elementos necesarios para atraer al público: espectáculo, tradición y misterio", explica Valbuena. El decano del colegio oficial de Sociología del Principado insiste en decir también que esta ola de devoción callejera no supone un acercamiento a la Iglesia. "En absoluto; para muchos, estas celebraciones son sólo un parque temático", agrega.

La misma opinión tiene José Luis Alonso Tuñón, delegado diocesano de Piedad Popular y párroco de San Isidoro, en Oviedo, que cree que lo que se observa en la calle es una especie de "ficción". "Siempre hay gente que vive las procesiones con actitud de escuchar el Evangelio, pero para la mayoría son sólo un espectáculo, una muestra más de folclore. Están esperando en una curva igual que hacen para ver un rally. Y eso no es la Semana Santa", lamenta. Y añade que cada vez hay menos asistencia a los oficios religiosos. "Sólo buscan la estética y para contemplar las imágenes ya están los museos", remata.

Con mejores ojos ve este fenómeno, en cambio, el abad de Covadonga, Juan Tuñón, sin olvidarse, no obstante, de que lo más importante es "participar en las celebraciones que cada semana desarrolla la Iglesia". De cualquier forma, respeta que cada persona viva de una forma diferente la Semana Santa. Su postura la comparte la escritora y periodista María Teresa Álvarez, una de las mujeres que impulsó, en 2012, la recuperación de la procesión de la Virgen del Rosario en Candás. Considera que sacar la religión a la calle es "muy positivo". "La fe hay que exteriorizarla, no debe de quedarse tan sólo dentro de los templos", sostiene.

Así lo cree también Rufino Arrojo, presidente de la junta de cofradías de Avilés y hermano mayor de la congregación Jesús de la Esperanza. "Lo que nosotros hacemos no deja de ser una representación de la Biblia y cuanta más gente la vea, mejor, ya sea practicante o no", manifiesta. Además, corrobora que la Semana Santa en Asturias está viviendo un momento de máximo esplendor. En su ciudad, hay nueve hermandades y, entre todas, reúnen ya a 1.200 cofrades, después de setenta años de tradición. "Cada vez somos más y lo bueno es que llegan niños", comenta.

Los jóvenes tienen también protagonismo en Luarca. Evaristo Guardado es el hermano mayor de la Real Hermandad del Buen Jesús de El Nazareno, que ya congrega a mil familias. "Es un número extraordinario y las procesiones son seguidas por muchos vecinos. Eso quiere decir que estamos haciendo las cosas bien", señala. De hecho, el miércoles participaron por primera vez las niñas, rompiendo así una tradición de años, ya que hasta ahora sólo tenían cabida los hombres.