Al final del cuarto curso de la ESO el examen con las 350 preguntas de test se centrará principalmente en las asignaturas troncales, con 200 preguntas, frente a 100 de las asignaturas de opción de cada alumno, ya con la vista puesta en la Universidad, y 50 de la asignatura específica elegida, salvo Educación Física, Religión y Valores Éticos.

Una prueba de este tipo a nivel nacional supone un desembolso de unos 2,3 millones de euros al año, según la memoria de la nueva ley educativa. Se movilizará a unos 17.000 profesores en unos 6.800 centros educativos de toda España y las pruebas se realizarán a lo largo de cuatro jornadas. Los profesores cobran por el trabajo.

Los costes de las pruebas de sexto de Primaria serán muy parecidos a los de Secundaria. Los de tercero de Primaria resultan, según cálculos del departamento ministerial de José Ignacio Wert, más baratos porque esa "minirreválida" a los niños de 9 años será realizada por los mismos profesores de cada uno de los centros y no por examinadores externos. En total, un millón y medio de euros.

El Ministerio no evalúa la prueba de Bachillerato, cuyos costes se equiparan a los necesarios para llevar a cabo la actual selectividad para el acceso a la Universidad.

Todas las pruebas serán de tipo test menos una: la de competencia en comunicación lingüística (así la llama el Ministerio de Educación). Convertir ese examen en un mero test sería un despropósito por el objetivo mismo que busca.