La crisis ha popularizado nuevos métodos de financiación, al margen del tradicional, el de la banca. A esta situación han contribuido, según el abogado ovetense y especialista en este tipo de asuntos Eugenio Caravia, dos factores. Por un lado, que las dificultades laborales han agudizado el ingenio y han hecho aflorar nuevas ideas empresariales, sobre todo "start ups" (compañías jóvenes que arrancan con pocos recursos pero con un gran potencial de crecimiento), y, por otro, que el sector financiero se ha vuelto más escrupuloso a la hora de conceder créditos.
-¿Qué métodos de financiación hay como alternativa a la banca?
-Hay algunos como son tus amigos, familiares o conocidos, cuando la aportación inicial no es demasiado grande. Luego, hay grandes incubadoras de empresas que te aportan un capital mínimo, te asesoran, orientan y te ponen en contacto con fondos de capital riesgo. También hay "Bussines Angels", que son inversores privados, y ahora se ha aprobado la nueva ley de Fomento de la Financiación Empresarial, que regula el "crowdfounding", la financiación en masa, para la que han surgido varias plataformas en internet. Es un fenómeno que está entrando en España.
-¿Hacía falta regular ese tema?
-No tenía una regulación legislativa concreta como la que va a tener. Muchas veces estos sistemas pasan desapercibidos a no ser que estés metido en este mundo de los emprendedores.
-¿Qué suele implicar que un inversor entre en una nueva empresa?
-Suele llevar aparejada la adopción de ciertos compromisos, como la firma de pactos de socios, unos nuevos estatutos? Un socio de este tipo suele pedir la permanencia de un equipo gestor, compromisos para establecer unos nuevos rangos de ventas o facturación, para asegurar que la empresa crezca. El socio que entre puede no ser meramente inversor sino otro que aporte conocimiento, pero eso ya es otra rama y no está tan estrechamente vinculada con la financiación. El hecho de que existan este tipo de inversores que se presten a participar a todo tipo de proyectos o aventuras depende del tipo de negocio al que estés enfocado. Ahora se está dando un "boom" de las ofertas públicas de venta, que son empresas que salen a Bolsa porque los accesos a la financiación bancaria en términos de garantía o plazos no se corresponden con su estrategia.
-Uno de esos mercados, el MAB, es famoso por el escándalo de la empresa Gowex...
-Es un caso aislado. No se puede generalizar. Son mercados seguros en los que se puede invertir. La rentabilidad de estos dividendos suele superar a los depósitos de los bancos y el ahorrador está diversificando sus inversiones por aquí.
-Los fondos de capital riesgo suelen asociarse a las grandes empresas.
-Hay mercado para todo. Las hay que buscan pequeñas compañías que tenga un gran recorrido. Se están constituyendo bastantes vehículos inversores apostando por sectores ya no exclusivamente de base tecnológica. Ahora hay que ser un poco creativo a la hora de moverse y buscar financiación, y, claro, tener un proyecto sólido detrás. También hay que ser consciente de los condicionantes que pueden resultar de acudir a este tipo de financiación. Por ejemplo, hay que tener en cuenta que los fondos de capital riesgo no entran para quedarse, que en Bolsa hay que hacer un pago a los accionistas, o el banco sólo quiere que amortices el préstamo. Cada uno tiene sus peculiaridades.
-Algunos estudios ya señalan que la banca está comenzando a abrir el grifo del crédito.
-Sí se está abriendo ligeramente la mano porque el BCE ha aprobado un plan de expansión monetaria brutal. Tampoco se puede hacer una transferencia de recursos alocada que pueda dar lugar a créditos fallidos o a más morosidad, porque volvemos otra vez a la casilla de salida. Otro operador, que no son una fuente de financiación pero que pueden hacer competencia a la banca, son las propias empresas tecnológicas que tienen sus plataformas de pago.
-¿En Asturias hay buenas ideas empresariales?
-La patronal de los videojuegos (Uneva) da una idea de por dónde pueden ir los nuevos modelos de negocio. Hay ideas buenas, y no hay que temer fracasar.
