Aunque resulte paradójico, los pobres son los más gordos en Asturias. Así se desprende de un estudio, realizado por la Universidad de Oviedo, el Instituto de Productos Lácteos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Fundación Cauce y Alimerka, sobre la "Alimentación y salud en personas de privación material". Según los investigadores, el 88 por ciento de la muestra analizada sufre sobrepeso y obesidad. Esta situación se debe, tal y como explica la profesora de Fisiología de la Universidad de Oviedo, Sonia González Solares, a que los asturianos con escasos recursos económicos consumen alimentos abundantes en grasas saturadas al mismo tiempo que su modelo de vida es sedentaria.

Del estudio se desprende por contra que los pobres no consumen casi alimentos frescos ni productos lácteos. En relación a ello, la responsable de la Fundación Cauce, Pilar Díaz, explica que casi la totalidad de los sujetos investigados son extranjeros, la mayoría de Sudamérica. "Por su cultura, esta gente no está acostumbrada a beber leche o a tomar verduras. Comen, por contra, mucha carne y rechazan las frutas porque dicen que están muy ácidas", comenta. Asimismo, González Solares afirma que este sector de la población tampoco compra productos frescos, lo cual demuestra la dificultad que tienen las personas en riesgo de exclusión social para adquirirlos, por su alto precio, y para conservarlos. La crisis económica aprieta a este colectivo de tal forma que en vez de cocinar con aceite de oliva, lo hacen con mantequilla, como añade Pilar Díaz.

La muestra, compuesta por 37 personas (19 hombres y 18 mujeres) de entre 19 y 56 años, fue seleccionada por la Fundación Cauce, dedicada a la atención de personas en situación de precariedad. "Todas estas personas participaron en el programa de forma voluntaria, siendo conscientes de que los resultados les ayudarían a llevar una alimentación sana. De hecho, nosotros pretendemos con ello mejorar nuestra intervención social", sostiene Díaz.

A partir de ese grupo, al que se sometió a un análisis de heces, extracción de sangre y la realización de cuestionarios, el CSIC pretende diseñar estudios para la mejora de los hábitos alimenticios de los pobres. "Se trata de un trabajo pionero y creemos que abre una línea de investigación muy interesante en la que habrá que seguir trabajando", concluyó Nuria Salazar.