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Asturias no exprime el negocio sidrero

Los lagareros asturianos compran manzana fuera, dada su escasez, a pesar de que el rendimiento por hectárea de un pomar supera al de un viñedo riojano

Asturias no exprime el negocio sidrero

Es la gran paradoja de la industria agroalimentaria en Asturias: la producción de manzana autóctona no da para cubrir las necesidades de los lagareros regionales. Más del 40 por ciento de los frutos que se utilizan para la elaboración de sidra son importados de Polonia, Francia, Irlanda y de comunidades autónomas como Aragón o Galicia. ¿Quiere decir esto que el negocio de la manzana no es rentable en el Principado? En absoluto. Los cosecheros admiten que la materia prima regional tiene el mejor precio de Europa. Fermín Díaz, secretario de la sociedad cooperativa Agrecoastur, indica que el kilo de este producto alcanza los 35 céntimos. Y si es de denominación de origen o ecológica, el valor es aún mayor. De hecho, a pie de lagar, la botella normal asciende a los 60 o 70 céntimos, mientras que en el bar, a los 2,20. En el caso de que el caldo sea hecho con manzana seleccionada, saborear seis culinos de sidra puede costar 2,60 euros.

José Cardín, gerente de la compañía Valle, Ballina y Fernández, creadora entre otras marcas de sidra El Gaitero, va más allá. Asegura que el rendimiento por hectárea de un pomar en Asturias supera al de un viñedo riojano, revestido de un prestigio mundial del que carece la fruta autóctona. El empresario, que posee desde 2003 Viñedos de Alfaro, en Aldanueva de Ebro, argumenta que una hectárea de plantaciones de manzanos de sidra de Denominación de Origen Protegida produce unos 30.000 kilos, a un precio de 37 céntimos, lo que arroja un beneficio de 5.700 euros. Esa misma hectárea en los viñedos de La Rioja de uva blanca aporta 9.000 kilos, que se venden en el mercado a unos 89 céntimos, lo que da lugar a un margen de 2.250 euros, menos los gastos. Por tanto, quedan a favor del manzano 3.450 euros de beneficio. Con estos datos, queda demostrado que la manzana es el gran negocio pendiente del campo asturiano, el cual precisa de un relanzamiento que cubra con la demanda regional: al año se producen unos 70 millones de litros de sidra.

Jorge García, gerente de la Asociación Asturiana de Cosecheros de Manzana de Sidra (Aacomasi), discrepa de esas cifras. En su opinión, todavía no se ha hecho un estudio serio que compare ambas plantaciones teniendo en cuenta todos los parámetros necesarios. "No tienen nada que ver los dos cultivos, además, aquí tenemos un gran problema con el suelo que no se tiene en cuenta: hay poco, está en relieve y la tierra es más cara", dice García. Este agricultor sostiene además que los gastos de mantenimiento de las pomaradas son muy elevados. "La manzana de sidra se sigue recogiendo a mano y eso te lleva tranquilamente un tercio de los beneficios. A ello hay que unir también las podas y los desbroces que hay que hacer durante el año", agrega. Según los productores de vino, ese intenso trabajo se hace de igual forma en los viñedos. El empresario asturiano Alfredo Martínez, responsable del Grupo Resnova, sostiene que en sus fincas -Bodegas Margón, en Pajares de los Oteros (León)- las uvas siempre se recogen y se seleccionan a mano para mejorar la calidad del producto.

De cualquier forma, los cosecheros creen que el principal problema que hay en Asturias para la producción de manzana ya no es tanto el trabajo que precisa, sino que desde que se plantan los pomares hasta que se obtienen ganancias tienen que pasar "como mínimo siete u ocho años", según apuntan. La vid, en cambio, a los tres años ya da beneficios. "¿De qué comes entonces durante ese tiempo? Hay que buscar otra actividad", afirma el lagarero Samuel Trabanco, el mayor elaborador de sidra del Principado. De hecho, Jorge García, de Aacomasi, señala que "la mayoría de nuestros socios tiene otra profesión, no se dedica en exclusiva al sector".

García sostiene además que plantar manzanos en Asturias no es fácil. La principal razón es que muchos pomares "están ahora abandonados y hay que sustituirlos". Esto se debe a que durante años el campo se desatendió, coincidiendo con el inicio de la industrialización en la comunidad. De forma paralela, la sidra sufrió un desprestigio en toda la región al ser considerada una "bebida de aldea".

En la actualidad, y ligado al repunte del consumo, que cala fuerte entre los jóvenes, la manzana quiere emprender el camino de vuelta a los buenos tiempos. Pero para ello, los lagareros son conscientes de que habrá que abrir nuevos horizontes.

En este sentido, Samuel Trabanco propone explotar el campo asturiano en su conjunto y no sólo centrarse en la sidra. "No se trata de sacar provecho únicamente de los manzanos, sino también de otros árboles frutales y de la huerta en general, de forma que siempre tengamos algo que vender. Hay que empezar a cambiar de mentalidad", opina. Sin embargo, agrega Trabanco, "la gente no está por la labor de hacer ese esfuerzo. Nos quejamos mucho, pero a la hora de la verdad no queremos trabajar nada y vamos a lo fácil". De igual modo, Fermín Díaz, de Agrecoastur, cree que ahora que "la ganadería parece estar tocando techo, habría que apostar por la diversificación del campo y aprovechar el prestigio nacional que tiene el producto asturiano". Díaz apuesta por impulsar el cultivo de la manzana de mesa, que ahora es "testimonial", así como de los productos ecológicos en la región.

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