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Los riesgos de la revolución del arándano

Los grupos de desarrollo rural elaboran un plan estratégico de pequeños frutos para reordenar un sector en crecimiento disparado

Los riesgos de la revolución del arándano

En un momento en el que la ganadería parece haber tocado techo, los pequeños frutos se preparan para liderar la revolución del campo asturiano. En una década, la región ha pasado de tener veinte hectáreas dedicadas a la plantación de arándanos -el grupo dominante en el Principado- a superar el centenar. Sin embargo, ese auge ha puesto en peligro la viabilidad de muchas explotaciones, dado el desconocimiento que impera en España sobre estos cultivos. Con el objetivo de reordenar el sector y garantizar su correcta evolución, los grupos de desarrollo rural de distintos concejos se han unido para impulsar un plan estratégico sobre los frutos rojos en Asturias (Frast), que coordina el Bajo Nalón y que estará listo en octubre. Su gerente, Juan Antonio Lázaro, considera que hay que actuar de forma urgente contra el crecimiento descontrolado de las plantaciones. Para ello, propone analizar su situación y adoptar medidas que contribuyan a su profesionalización.

"El `boom´ es preocupante, porque ya ha habido casos en los que los bancos han tenido que embargar fincas al no saber la gente dónde se estaba metiendo", asegura Lázaro. Para empezar, una plantación de frutos rojos (arándano, grosella, frambuesa y zarzamora) no comienza a dar beneficios hasta el tercer o cuarto año, tal y como recoge el plan. Además, los costes derivados de su instalación son elevados. El Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (Serida) indica que superan los 22.500 euros por hectárea, debido principalmente a la materia prima. Cada planta vale 3,8 euros, cuando lo normal es que en 10.000 metros cuadrados se coloquen 3.000, lo cual supone un coste total de 11.400 euros. No obstante, las cosechas alcanzan una alta rentabilidad económica a medio y largo plazo, según explica Juan Antonio Sánchez, encargado de realizar, dentro del plan, un estudio de la viabilidad económica de las plantaciones.

Los beneficios que arrojan los frutos rojos en Asturias dependen de la curva de producción, que alcanza su plenitud a partir del séptimo año. Esa capacidad se mantiene prácticamente hasta la última fase de vida, que se sitúa entre los 20 y 30 años. Así, mientras que en los dos primeros años no hay ingresos netos, a partir del décimo los beneficios son ya de 13.761 euros anuales. No obstante, los grupos de desarrollo rural consideran que esos ingresos no son suficientes, más aun, si se tiene en cuenta que sólo hay producción de junio a septiembre; el resto del año, nada. El plan estratégico apuesta entonces por la diversificación. "Se trata de abrir negocio dentro de lo que conoces y en cultivos alternativos, como puede ser la fresa, que permitan obtener algún tipo de rendimiento hasta que las explotaciones de arándanos estén a pleno rendimiento", comenta Lázaro. Juan Antonio Sánchez, responsable del Instituto de Restauración y Medio Ambiente, plantea también trabajar con las castañas y las setas, ya que "ocupan un nicho de mercado en expansión".

Por otro lado, el plan estratégico de los frutos rojos presta especial atención a la comercialización del producto. Aunque la competencia es elevada y el consumo nacional es bajo (0,5 gramos por habitante y año, mientras que en Inglaterra y Alemania es de 60 gramos y en Estados Unidos, de 250), el cultivo de arándanos tiene futuro en Asturias. No obstante, para ello, los grupos de desarrollo rural consideran fundamental apostar por la creación de cooperativas que faciliten la venta de las producciones locales. En la actualidad, hay dos de estos colectivos, Asturian Berries y Principado Berries, sin embargo, Juan Antonio Lázaro opina que no son suficientes para cubrir necesidades, sobre todo, en el Oriente. "En el Principado, las producciones son muy pequeñas -lo normal de una o dos hectáreas-, por lo que los agricultores se tienen que unir para comercializar", argumenta Lázaro.

En este sentido, el documento propone explotar no sólo la comercialización de los frutos, sino también los productos que se pueden obtener a partir de ellos. Hoy en día, más de un veinte por ciento de la producción no se puede vender por la vía convencional, por lo que la única solución es transformar el excedente de arándanos o frambuesas en mermeladas, zumos o esencias.

No obstante, el principal reto que tiene el campo asturiano es atajar las limitaciones del minifundio. Como alternativa, el plan estratégico plantea realizar un estudio jurídico sobre la gestión de tierras de propiedad municipal, dada la creciente demanda de suelo cultivable. "En Asturias, existe una importante bolsa de tierras de titularidad pública, principalmente municipal, en desuso y que podrían suponer un incentivo para el desarrollo agrario regional y una buena fuente de ingresos para los consistorios", explica Lázaro, coordinador del proyecto y gerente del grupo de desarrollo rural del Bajo Nalón. Sin embargo, agrega, "el trámite legal para la cesión de estas tierras por largos períodos de tiempo que permitan amortizar la inversión realizada resulta complejo y el entramado legal es difícil de solventar". El plan estratégico de los frutos rojos se fija como objetivo, por tanto, crear un modelo de gestión sobre los terrenos públicos que sea aplicable en toda Asturias y evite situaciones de indefensión legal.

En este contexto, los grupos de desarrollo rural ya han establecido contactos con todos los ayuntamientos asturianos para impulsar el uso del Banco de Tierra, como también planteaba la estrategia del medio rural del Principado de Asturias, elaborada por cinco expertos del departamento de Geografía de la Universidad de Oviedo. Ahora mismo, sólo hay dos concejos que estén dentro del programa asturiano de aprovechamiento de tierras comunales, y son Las Regueras y Llanes. Pravia, uno de los municipios con más hectáreas de arándanos y sede de la Asociación Asturiana de Productores de Pequeños Frutos, será el siguiente.

Por último, el plan aporta los pasos a seguir en el caso de que un asturiano quiera poner en marcha un cultivo de frutos rojos -preferiblemente en los meses de noviembre o diciembre-. Entre esos pasos destaca la elección de la parcela, que siempre debe estar en pendiente, tener una alta capacidad de drenaje así como de materia orgánica. La organización de las plantaciones debe hacerse en filas y sobre una superficie acolchada para controlar las humedades. Además, durante los dos primeros años, el plan aconseja quitar los frutos para potenciar el desarrollo de la planta.

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