Asegura el cocinero Nacho Manzano, asturiano y dos estrellas Michelin, que "cocinamos en medio de ocho mil procesos químicos". Puede que exagere pero nunca se sabe. Manzano cerró ayer con una charla de las suyas, clara y espontánea, el curso de los Másteres de Biotecnología Alimentaria y de Gestión y Desarrollo de la Industria Alimentaria. Fue un acto en el edificio "Severo Ochoa" del campus ovetense de El Cristo, y en él participaron doce alumnos de los 37 que terminaron los cursos. Muchos están trabajando, que es la mejor noticia sobre la eficacia de la iniciativa académica.

Desde ayer, oficialmente, son máster en Biotecnología Alimentaria y recogieron su diploma acreditativo los jóvenes Lucía Barreda, Marta Colinas, Lucía Fernández, Marina López y Guillermo Solache. Y son máster en Gestión y Desarrollo de la Industria Alimentaria Paula Cueva, Carla García, Sergio Sánchez, Ana González, Pablo García, Patricia Rodríguez y Noelia Rodríguez.

Sus estudios daban pie a jugar con esa relación inevitable de cocina y ciencia, de experimentación en los fogones a partir de experimentación en el laboratorio. Manzano apostó "por un estrecho diálogo con la ciencia" y por "mirar muy de cerca la I+D".

Y contó su historia. La historia de un niño que "con 9 años tenía muy claro que lo que quería ser en la vida era cocinero y poner un restaurante". Aquella quimera infantil fue ganando forma hasta que surgió La Salgar, un negocio que creció desde la periferia y con la necesidad de generar el suficiente atractivo "como para que los clientes vayan hasta él".

¿Razones del éxito? Varias. Una, casi poética: "cuando pones todo lo que hay que poner y lo haces con el corazón, los sueños se convierten en realidad". No es siempre así pero el entusiasmo cuenta y mucho.

Y la valentía. "Cuando empezamos a hacer platos menos entendibles perdimos clientes, pero sabíamos cuál era la senda a seguir y fuimos ganando otros. La línea que separa el éxito del fracaso es muy delgada", recordó Manzano a los nuevos másteres de la Universidad de Oviedo.

Para triunfar, en Asturias o en la Conchinchina, el cocinero de Parres plantea un punto de partida: "Preguntarse qué cosas le gusta comer a la gente. Es algo evidente, pero a veces lo evidente es lo que se nos olvida".