El guarda mayor del coto de Cangas, Jaime Álvarez, puso en duda durante su declaración la versión de la Fiscalía y el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona). Y es que le parece que, el sitio donde dicen que el animal cayó en la trampa, es muy raro. "Es muy probable que el oso llegase con la piornal arrastrando y se enredase en el matorral. Los lazos se ponen en las orillas de las fincas, no en medio de un matorral", declaró.

Sin embargo, los guardas de Medio Natural y los agentes del Seprona niegan esta posibilidad. Consideran que la piornal al que estaba enganchada la trampa era un matorral muy fuerte que estaba anclado en la tierra. Además, había signos de que en esa misma zona se había cazado a otros animales. Concretamente, debajo del oso se encontró sangre y pelos de jabalí. Al día siguiente, los agentes y el vigilante de la Fundación Oso Pardo -que en este proceso está personada como acusación particular, con el abogado Carlos González Antón- encontraron a unos cien metros, en un vertedero, un jabalí muerto desde hacía bastantes días, en un saco perteneciente a la empresa RAW de Gijón, situada junto a KLK, de la que era filial, y en la que trabajó Nazario R. F. El exgerente, José María Dual, declaró ayer que de la empresa los trabajadores se llevaban los sacos de polvo de aluminio. Para llegar a la empresa gijonesa hubo que llamar incluso a Francia.

Nazario R. F. aseguró en el juicio que el jabalí que encontraron los agentes llevaba muerto más de un año. Lo había atropellado su hermano con el coche y lo había llevado a casa para aprovecharlo, pero cuando se puso a despellejarlo, no estaba apto para el consumo.